miércoles, 1 de septiembre de 2010

El Maestro Mateo

En el año 1187, llegó de visita a Compostela el rey Fernando II, que se encontró la iglesia arrasada recientemente por los moros, por lo que decidió levantar una nueva. Para ello nombró de maestro de obras a un hombre que viajaba entre su séquito, del que apenas se sabía nada. Su nombre era Mateo.

Algunos textos lo describen físicamente como una persona menuda, de pelo negro y enmarañado, pómulos salientes y una personalidad excesivamente tímida.

Aquel hombre se encargó del arreglo de la cripta de la catedral y de la creación de una de sus maravillas, el Pórtico de la Gloria, en el que se supone que él mismo aparece de rodillas hacia el altar, detrás de la columna del parteluz. Un lugar desde donde no puede ver su obra pues, según parece, por pecar de vanidad, un castigo divino le impide ver el hermoso pórtico que había creado.

La leyenda cuenta que cuando fue el Arzobispo a ver los trabajos que estaba realizando Mateo, pregunto por una figura que no reconocía, situada en el centro de la obra.

El maestro le contestó que era él mismo, pues consideraba que merecía ocupar aquel lugar preferencial, por hacer un trabajo tan hermoso, entonces el Arzobispo le reprochó su vanidad. Algún tiempo después, cuando el clérigo fue a ver la obra concluida, ya no estaba aquella figura y, en cambio, aparecía otra de rodillas en la parte de atrás.

Era el maestro que se mostraba humilde y arrepentido.

Hay quien dice que el pueblo quiso sacarle los ojos, para que no pudiera repetir en otro sitio una obra tan bella.
















Vídeo de Antón Reixa hecho con motivo de la Capitalidad Cultural Europea de Santiago en el 2000 a partir de una colaboración entre el Ayuntamiento de Santiago y Canal +