martes, 31 de agosto de 2010

Historia y Arte del Monasterio de San Juan de Ortega

Recreación en 3D del Monasterio de San Juan de Ortega





Juan de Quintanaortuño (1080-1163) fue el fundador de este Monasterio, el cual nació como pequeño hospital para peregrinos atendido por canónigos regulares. Según la tradición, construyó una pequeña capilla situada donde hoy se encuentra la de San Nicolás y, más tarde, inició la iglesia monacal románica comenzando por sus ábsides. A su muerte, la fama de su santidad se extendió rápidamente, convirtiendo al Monasterio en uno de los hitos fundamentales del Camino de Santiago, donde los peregrinos veneraban su tumba.

Los tres ábsides románicos fueron cerrados por naves tardogóticas en el siglo XV, cuando los monjes de la orden jerónima se establecieron en Ortega, ampliando y reconstruyendo sus dependencias. Se reformó y amplió la capilla de San Nicolás y se realizó el baldaquino gótico, cuya factura se relaciona con el taller de los Colonia. El claustrillo es del siglo XVI y el claustro herreriano del XVII. El Monasterio sufrió gravemente las consecuencias de la Guerra de la Independencia y de las Desamortizaciones. En el siglo XX se realizaron algunas actuaciones, como la cripta de la iglesia.

Asimismo, fue restaurado parcialmente en varias ocasiones. Las últimas intervenciones, a principios del presente siglo, han sido en la iglesia monacal y la reconstrucción de la bóveda de la capilla.

Actualmente, se quiere actuar de nuevo en el Monasterio, esta vez de forma global, reconstruyendo las partes arruinadas y dándole un uso que garantice, mediante su adecuada gestión, la conservación a través de los años del Monasterio y de sus dependencias.

Para ello, se ha firmado un acuerdo entre la Junta de Castilla y León, Caja de Burgos y el Arzobispado de Burgos. Mediante este convenio comienza una restauración integral que quiere poner en valor todas sus dependencias, interviniendo en todo su conjunto y rehabilitándolo para darle un uso de hospedería y residencial, al mismo tiempo que se mantiene el tradicional albergue de peregrinos, que siempre ha existido, ligado al único Camino de Santiago declarado Patrimonio Mundial.

lunes, 30 de agosto de 2010

Cartuja de Miraflores - 3D


Cartuja de Miraflores - 3D from Mario Alaguero on Vimeo.






Recreación digital de la Cartuja de Miraflores (Burgos) utilizando Blender para el modelado 3D en una investigación sobre las nuevas tecnologías infográficas como recurso del patrimonio.

Un proyecto de la Universidad de Burgos, coordinado por Andrés Bustillo Iglesias, investigado por Laura Martínez García y modelado y texturizado por Mario Alaguero Rodríguez.









Vida del Cartujo from VideoCyC on Vimeo.







Cartuja de Miraflores. (Burgos). Ora et Labora. Estampas de la vida del monje cartujo.



sábado, 28 de agosto de 2010

San Juan de Ortega







Si pinchas la imagen puedes ver y leer el Documento de Microsoft Word titulado San Juan de Ortega escrito por Jose Matesanz del Barrio.

viernes, 27 de agosto de 2010

Dónde está la memoria de los días







Si pinchas la imagen puedes ver y leer el Documento de Microsoft Word titulado Dónde está la memoria de los días escrito por Jose Matesanz del Barrio.

miércoles, 25 de agosto de 2010

El Robo de las Campanas

Cuando entró Almanzor en Compostela en el año 997, arrasando cuanto encontraba a su paso, sólo encontró una población vacía.

Un monje, que según parece fue san Pedro de Mezonzo, alertó a sus vecinos para que huyeran a esconderse en los montes de alrededor, mientras que él se quedó rezando junto a la tumba del Apóstol.

Cuando el caudillo andalusí entró en la catedral, tan sólo encontró a un viejo monje a quien perdonó la vida.

Pero, enojado por no encontrar nada interesante que saquear, decidió llevarse a Córdoba las puertas y las campanas de la catedral, transportadas a hombros de los cristianos que fueron capturados por estas tierras.

Se cuenta que Almanzor acercó su caballo para que bebiera de una fuente que había en la plaza que hoy conocemos como Platerías. Cuando el animal bebió, murió reventado. La imaginación popular quiso creer que aquello se había tratado de un castigo divino.

Pero el desagravio por el ultraje cometido en la catedral no iba a tener lugar hasta que en el año 1236, el rey Fernando III conquistara Córdoba. Entonces, aunque las campanas parece ser que habían sido fundidas, pudo recuperar las puertas, que en esa ocasión, quizás como compensación, ordenó que fueran transportarlas hasta Compostela a hombros de los moros que él hizo prisioneros durante su campaña.

















La subida al poder de Almanzor, durante la última etapa del califato, supuso una reactivación del poder de Córdoba frente a los reinos cristianos.

En total, durante sus veintidós años de gobierno, hay constancia de que se realizaron más de 55 expediciones, algunas de ellas con notable éxito.

En el año 981, las tropas de Almanzor partieron de Córdoba para penetrar en el territorio del reino de León.

Tras vencer en Rueda a los ejércitos aliados de León, Castilla y Navarra, asolarán Zamora, Simancas y la misma León.

Cuatro años más tarde, en el 985, el objetivo fue Barcelona, ciudad que fue tomada al asalto el 6 de julio de ese año.

En el 988, el objetivo será de nuevo el reino de León, tomando Zamora, Sahagún y León, y asolando los territorios que encontraba a su paso durante su regreso a Córdoba. Pero, de entre todos los ataques, el más sonado tuvo lugar en el año 997.

Esta vez el objetivo fueron las tierras del oeste peninsular y, principalmente, Santiago de Compostela, símbolo de la Cristiandad.

El 3 de julio del 997 partió de Córdoba al frente de su caballería. La expedición se reforzó en Viseo, recibiendo el aporte de muchos condes vasallos.

En Oporto se le unió la infantería, que había hecho el viaje por mar.

Finalmente, tras arrasar Padrón, llegó a Santiago, que pudo tomar gracias a estar despoblada.

La última gran campaña de Almanzor se produjo en la primavera del año 1002, y su objetivo fue la Rioja. Al frente de sus tropas, penetró hasta Calatañazor e incendió el monasterio de San Milán de la Cogolla. A su regreso a Córdoba, ya enfermo, falleció cerca de Medinaceli en la noche del 10 al 11 de agosto de ese mismo año.

















Escena que muestra la Batalla de Catalañazor.




















Dotado de una personalidad carismática y de un gran talento militar, entre los años 977 y 1002 llevó a cabo un total de 56 campañas en tierras cristianas sin conocer la derrota, razón por la cual recibió el sobrenombre de al-Mansur (el Victorioso), con el que pasaría a la historia.

De hecho, se trataba de incursiones rápidas y devastadoras, realizadas durante los meses de primavera y verano, que tenían por objeto sembrar el terror entre los habitantes de los reinos cristianos del norte peninsular.

Así, por ejemplo, asoló Salamanca (977), venció a los ejércitos coligados de Ramiro III de León, García Fernández de Castilla y Sancho II de Navarra en las batallas de Gormaz, Langa y Estercuel (977) y en la de Rueda (978), saqueó Barcelona (985), arrasó Coimbra, León y Zamora (987 y 988), asaltó Osma (990) y castigó Astorga (997).

La gesta más memorable del caudillo árabe se produjo, sin embargo, el 11 de agosto del 997, cuando destruyó Santiago de Compostela (sólo respetó el sepulcro del apóstol) y obligó a los cautivos cristianos a trasladar a hombros las campanas de la catedral y las puertas de la ciudad hasta Córdoba.

Cinco años más tarde, de regreso de una expedición contra San Millán de la Cogolla, cayó enfermo y murió en Medinaceli, el 10 o el 11 de agosto de 1002.

martes, 24 de agosto de 2010

La matadora de hombres (Soria)

La Gallarda se paseaba por la galería de su posada cuando vio pasar a un caballero camino de Extremadura.

- Vuelve, vuelve caballero que la noche es lluviosa y fría. Quédate a dormir en esta casa: no podrás encontrar lugar más tranquilo de aquí al otro lado de la montaña.
- Si usted me diera posada, señora, no caminaré más arriba.
- Sube por las escaleras que mis criadas ya están preparando la cena.
Cuando el hombre empezaba a subir vio unas cabezas colgando de las vigas más altas.
- ¿Qué cabezas son aquellas que cuelgan allá arriba?
- Son tres cabezas de lechones que crié de mi propia mano con la harina mejor.
El caballero reconoce la cabeza de su padre y las de dos de sus hermanos, pero calla prudentemente y sigue subiendo los peldaños hasta la habitación que le habían preparado.
Trae la Gallarda la cena, pero él no prueba bocado. La Gallarda hace la cama y el caballero finge mirar por la ventana, pero bien ve cómo la mujer introduce un puñal de oro entre las sabanas y el colchón.
- Si así lo quieres, gustosa me quedaré a dormir contigo.
Asiente el caballero en silencio y apaga el candil. La Gallarda se desnuda en la oscuridad acostándose después con él. Los cuerpos amantes se abrazan y la luna abre sus párpados blancos. Crece en la sombra la fiebre azul de las caricias…
A eso de la media noche la mujer se revuelve inquieta.
- ¿Qué buscas Gallarda?
- Busco mi rosario de oro con el que suelo rezas todas las noches; olvidé hacer mis oraciones y ahora no puedo dormir.
- Tu rosario de oro está en mis manos. Puta hija de puta, lo que tú buscas es mi vida.
Le dio siete puñaladas pero sólo con una de ellas hubiera bastado: la sangre de la Gallarda cubría toda la sala. Todavía con el puñal en la mano el caballero baja las escaleras. Encuentra el portón cerrado y, con voz decidida, grita:
- Abre las puertas, buen portero, no puedo abrirte.
- No temas ya a la Gallarda que está en un sueño del que no puede despertar.
- Bien hallado sea el caballero. De todos los hombres que aquí han entrado ninguno ha salido con vida.
- Muy buenos hombres aquí murieron, y entre ellos mi padre y mis hermanos a los que he venido a vengar.
Al alba, los juglares empezaron a cantar en las montañas que habitan los pastores de Soria y Ávila, en las plazas de Plasencia y otros pueblos de La Vera un raro romance…

La leyenda de «La matadora de hombres» se ha perpetuado principalmente en romances y como tal fue recogido de la tradición oral en diversos lugares a lo largo de los dos últimos siglos. Al romance de «La matadora», que también es denominado «La gallarda» en algunas recopilaciones, se la emparenta con el más famoso de «La serrana de la Vera», por lo que he refundido en mi texto ambas tradiciones que, sin embargo, parecen haberse desarrollado de manera independiente.

La Gallarda es una posadera de la muerte que, según los versos romancísticos que conocemos, se halla en su ventana o balcón floridos peinando su pelo o los cabellos de las cabezas de hombres que atesora en su morada. Su historia no aparece localizada en un lugar concreto, si bien las versiones del romance inicialmente recopiladas parecían indicar una preferente localización del mismo en Asturias y Galicia (Goyri 1907: 24-36). Son, no obstante, varias las muestras del romance recogidas en tierras castellanas y, entre ellas, la siguiente – que pude recopilar en Barcebalejo, el 27 de diciembre de 1981 – y en la que me he basado como fuente principal para mi reelaboración de la leyenda:

La Gallarda se pasea/ por unas salas arriba:
-Sube, sube, caballero/ sube, sube a la cocina.
-Y al subir las escaleras/ unas cabezas veía:
-Conozco a la de mi padre/ por las barbas que tenía;
conozco a la de mi hermano/ por lo bien que me quería;
conozco a la de mi abuelo/ por el rostro que tenía.
La Gallarda hace la cena/ y el caballero la mira.
-Cena, cena, caballero/ cena, cena en compañía.
-He cenado en «ca» mis padres/ lo poco que ellos tenían.
La Gallarda hace la cama/ y el caballero la mira,
y entre sábana y colchón/ su puñal de oro escondía.
Y a eso de la medianoche/ la Gallarda regullía:
-¿Qué te regulles, Gallarda,/ qué te regulles, indigna?
-A buscar mi puñal de oro/ que yo escondido tenía.
-Tu puñal de oro yo tengo/ para quitarte la vida.
(Díaz Viana 1983: 239).

La Serrana, a diferencia de la Gallarda, no es una posadera que acoge a los viajeros y, tras acostarse con ellos, los mata, sino –como escribiera Caro Baroja- «un numen folklórico de las alturas, de las cuevas», una especie de Diana de los bosques o Polifemo hembra que siempre «vive en paraje agreste» y que «después de competir en proezas con ellos –viajeros y pastores- o de seducirlos y gozarlos los destrozaba» (1974: 280 y 293).

Las historias sobre posaderas o posaderos que asesinan a sus huéspedes no son raras y, a veces, han tenido una base real, pero en el caso de la Gallarda –como en el de la Serrana- no parece que éste sea el móvil de los crímenes. Ahí, en el motivo del asesinato de aquellos con quienes han gozado, reside precisamente el misterio de tales narraciones y el secreto más íntimo de estos personajes. Su atracción como seres legendarios dimana del deseo insaciable de ambas mujeres. ¿Mataban para seguir manteniendo oculta su existencia o para que nadie descubriera su irremediable afán de goce? Pues un psicoanalista experto en conductas criminales no dudaría en atribuir a la Gallarda y a la Serrana el denominado «complejo de Judith», que impulsa a quien lo sufre a eliminar su objeto de deseo.

Por último, la historia de la Serrana, a pesar de que como romance de tradición oral esté extendida por amplias zonas de la península, sí tiene una localización concreta: en Garganta de la Olla, en La Vera de Plasencia. Caro Baroja, que dedicó un interesante estudio a la leyenda y al pueblo, menciona que cuando él pregunto en Garganta de la Olla por el personaje, los vecinos del lugar no lo llamaban «la serrana de la Vera», sino «la serrana de la cueva», y que incluso le indicaron que «subiendo a las alturas del término, por uno de los caminos que arrancan del puente situado al Norte del núcleo urbano, se llega a unos llanos y vaguadas, familiares a los pastores, y, antes de las cimas, está la cueva donde se dice que se albergaba `la Serrana’ en cuestión y donde hacía sus fechorías» (Caro Baroja 1974: 280).

La leyenda, como vemos, va más allá del romance, pero no por estos datos aparentemente realistas, por rastrear las huellas de sus pies, adjudicarle una morada exacta y precisar el sitio -» Tiro de la Serrana«-, desde donde arrojaba enormes piedras con su honda de pastora a los viandantes; sino, justamente, por su dimensión mítica: se la supone así hija de un hombre y de una yegua, además de capaz de dar pasos que la llevaban de un lado al otro del valle.

Sin embargo, ha habido autores que –a partir de las interpretaciones dramáticas que Lope de Vega o Vélez de Vergara hicieron de la leyenda en el siglo XVII- intentaron identificar a la Serrana con mujeres reales de una u otra época –ya fuera la de los Reyes Católicos, en Vélez, o la de Carlos I, en Lope-; tales son los casos de Vicente Barrantes (1871) y Vicente Paredes (1915) que buscan en referencias históricas algo traídas de los pelos damas de carne y hueso a quienes endosar el mito. Vélez en su obra hacía decir a un caminante que dialoga con la propia serrana que los romances sobre el personaje eran ya muy conocidos «no solamente en la Vera, sino en Castilla» (Vélez de Guevara 1916: 81-82). Y así debía de ser a juzgar por su persistencia hasta el presente.

El dilema que Caro Baroja se plantea al respecto tiene su importancia no sólo para ésta, sino también para otras muchas leyendas: ¿hay tras todo mito una existencia histórica transfigurada por el tiempo o puede encarnarse un mito preexistente en una realidad concreta? Sin llegar a negar por completo la primera hipótesis cabe reconocer, con Caro, que la segunda opción resulta, en lo tocante a la materia legendaria, muy común: «Y así –dice este autor- se van localizando leyendas, de suerte que lo que en un tiempo se cuenta como sucedido en Atenas a comienzos de la era cristiana se da luego como sucedido en Bolonia en el siglo XVI, casi punto por punto». Para seguir puntualizando: «Localización topográfica e individualización personal. He aquí los hechos que interesa subrayar» (Caro Baroja 1974: 282).

La matadora de hombres o Gallarda no ha dejado, de cualquier modo, tantas pistas como la Serrana: sigue siendo enigmática. No se dan apenas con su narración los casos de «personificación» y contextualización histórica que abundan en el devenir de la Serrana. Lo que no quiere decir que no hayan podido producirse: en Soria me contaron algún ejemplo, supuestamente sucedido durante la Guerra Civil, que recordaba sospechosamente en lo narrativo la leyenda de la matadora de hombres.

El relato de la Gallarda nos presenta una clase de pasión amorosa que conduce a la destrucción, que nos sitúa ante el placer como aniquilamiento. Siempre puede haber un puñal entre dos cuerpos y el abismo aguardando bajo los goces humanos. Sólo aquel que no se confía, que se mantiene alerta, habrá de salir vencedor de la atracción irresistible, el Eros que todo lo devora, sólo aquél que no cede al ensueño del deseo conseguirá engañar a la muerte.

sábado, 21 de agosto de 2010

La realidad virtual en el Camino de Santiago - Versión estereoscópica











Pasen e vean vuesas mercedes, dignidades,
señores e vasallos; homes e mujeres;
niños e mayores, que hijos de Dios son todos,
e para todos es este Camino.
Pasen e vean cómo andarse puede
hacia el sepulcro del señor Sant Yago,
e cómo muchos lo ficieron e lo fazen.
E plega a Dios e a su santo apóstol de Compostela
que sea de provecho su visita e nuestra historia.



















El presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, ha visitado la exposición "La Realidad Virtual en el Camino de Santiago: desde Redecilla hasta el Arco de Santamaría". La exposición se podrá visitar en la Catedral de Burgos hasta el próximo 31 de agosto. Se trata de un recorrido virtual por el Camino de Santiago resaltando los principales hitos que salpican la Ruta entre la localidad de Redecilla del Camino y la ciudad de Burgos. La exposición utiliza las últimas tecnologías audiovisuales recreando localidades y monumentos del Camino Jacobeo burgalés.



















Proyecto piloto financiado por la Junta de Castilla y León y realizado por Artehistoria.

El Camino de Santiago, de Redecilla a Burgos en 3D.

Hace falta algún sistema para ver las imágenes estereoscópicas con profundidad. Lo más sencillo son las gafas anaglíficas rojo-cian o verde-magenta o usar un monitor polarizado en filas entrelazadas. El Reproductor estereoscópico de YouTube está en desarrollo y pueden añadirse métodos de visualización adicionales.

Para más información sobre la exposición enlaza a la página web:

http://www.orsi.jcyl.es/web/jcyl/ORSI...

El Camino de Santiago entra en Castilla
a través de los Montes de Oca, en tierras burgalesas.
Este tramo de unos 60 kilómetros
supone 3 jornadas para el peregrino
y le hará atravesar bellos paisajes
y visitar magníficas obras de arte.
Empieza en Redecilla del Camino
y, el recorrido de este documental,
atraviesa las poblaciones de Viloria de Rioja,
Belorado, Tosantos y Villafranca de Montes de Oca.
Cruza los montes de Oca
para llegar a San Juan de Ortega,
Ibeas de Juarros y san Pedro de Cardeña,
hasta alcanzar Burgos y su impresionante catedral.
La primera localidad, Redecilla del Camino,
es mencionada ya en el Códice Calixtino
como lugar de paso hacia Santiago.
Muestra de su pasado esplendor
es una pila bautismal del siglo XI.
Tras pasar Viloria de Rioja,
cuna de Santo Domingo de la Calzada
nos encontramos con Belorado,
en el paso natural del Valle del Ebro a la Meseta.
Durante la Edad Media
fue un lugar de gran importancia pues,
al amparo de su castillo,
se acogió una numerosa población.
La villa disponía de varios hospitales
para descanso de los caminantes.
Continuando el camino, en la localidad de Tosantos,
que poseía un hospital de peregrinos,
llama la atención la ermita de la Virgen de la Peña,
excavada totalmente en la roca,
de la que sólo sobresale la fachada.
Villafranca Montes de Oca fue sede episcopal
y tuvo por primer obispo a San Indalecio.
La ermita de la Virgen de la Oca
parece estar levantada sobre el lugar
en el que fue martirizado.
La ruta se desvía hacia el Monasterio de San Juan de Ortega,
dedicada a este santo que trabajó
junto a Santo Domingo de la Calzada
en la construcción de puentes,
hospederías para los peregrinos
y acondicionamiento de caminos.
Del monasterio que fundó en el siglo XII,
sobresale la belleza de la iglesia.
Conserva la cabecera de tres ábsides
en la que destaca el central
por la original forma de las ventanas abocinadas,
precedidas de arquivoltas.
El cuerpo del santo se encuentra en la cripta,
en un sencillo enterramiento,
en contraste con un elegante mausoleo gótico
que lleva su nombre en el interior del templo.
Durante los equinoccios de primavera y otoño,
al atardecer,
mientras la iglesia va quedándose en penumbra,
un rayo de luz entra por el ventanal de la fachada
e ilumina,
como si se tratara de un foco colocado para la ocasión,
un capitel con la escena de la Anunciación.
El hecho demuestra el ingenio
de los maestros constructores del medievo
y sus notables conocimientos astronómicos.

Dejando atrás los Montes de Oca
y aproximándose al Alfoz de Burgos,
el Camino de Santiago transcurre por Ibeas de Juarros,
donde se hallan los Yacimientos de Atapuerca.
La proximidad y la importancia
de San Pedro de Cardeña, en Castrillo del Val,
aconseja desviarse hacia este lugar tan emblemático,
por su relación con el héroe castellano Ruy Díaz,
el Cid Campeador.
Bajo la protección y hospitalidad
del santo abad Sisebuto
y de sus monjes,
el Cid dejó aquí a su esposa e hijas
cuando partió al destierro
y en este lugar estuvo su primera sepultura.
Fue un gran foco de cultura y de arte desde el siglo XI
a través de su famoso Scriptorium,
del que salieron obras de gran calidad.
Camino adelante, el peregrino llega a la ciudad de Burgos,
en la que penetra a través del Arco de Santa María,
una de sus puertas, construída en el siglo XIV.
Está trazada a modo de castillo,
con remate en forma de almenas.
Sobre el arco de la entrada dan la bienvenida a la villa
seis hornacinas con las estatuas
de personajes importantes
en la historia de Burgos y Castilla.
Atravesándolo,
y tras admirar la decoración del arco abovedado,
se alcanza una de las obras cumbres
del arte de la península: la Catedral de Burgos.
Con el constante paso de peregrinos de toda Europa a Santiago,
los nuevos gustos artísticos en boga llegaban a España.
El obispo Don Mauricio y el rey san Fernando,
que había unificado Castilla y León,
mandaron construir un nuevo templo,
seguramente porque el edificio románico

















Proyecto piloto financiado por la Junta de Castilla y León y realizado por Artehistoria.

El Camino de Santiago, de Redecilla a Burgos en 3D. Recreaciones virtuales de los principales monumentos.

Hace falta algún sistema para ver las imágenes estereoscópicas con profundidad. Lo más sencillo son las gafas anaglíficas rojo-cian o verde-magenta o usar un monitor polarizado en filas entrelazadas. El Reproductor estereoscópico de YouTube está en desarrollo y pueden añadirse métodos de visualización adicionales.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Visitas Virtuales en 3D del Vaticano y Las Basílicas de Roma






Si pinchas la imagen podrás realizar una visita virtual en 3D por la Capilla Sixtina

La Capilla Sixtina es una de las obras más impresionantes que he visto en mi vida. Además de ser una de las grandes obras maestras de la Historia del Arte y de la producción de Miguel Ángel Buonarroti, deslumbra al visitante que atraviesa sus puertas en el Vaticano.

Disfrutar de los frescos de la Bóveda o de magnífico Juicio Final es una experiencia que nadie debería perderse. Si no eres uno de los afortunados que ha podido visitarla en vivo y en directo, aquí tienes una posibilidad de acercarte a este gran tesoro artístico.













Si pinchas la imagen podrás realizar una visita virtual en 3D por la Basílica de San Pedro del Vaticano

La Basílica de San Pedro, es el principal edificio del Vaticano, estado soberano dentro de Roma, se encuentra en la orilla derecha del río Tíber. Es el más importante edificio religioso del catolicismo, tanto en términos de volumen (193 m de longitud y 44,5 m de altura) como de renombre. Es la segunda mayor basílica del mundo.

No es la catedral de la diócesis de Roma, pero sí la iglesia del Papa, en la cual celebra las ceremonias litúrgicas más importantes. En su interior se halla la Cathedra Petri, o «Trono de San Pedro». La auténtica catedral de Roma es la archibasílica de San Juan de Letrán.

En la basílica está efectivamente enterrado San Pedro, el primer Papa, según las investigaciones realizadas por la arqueóloga y epigrafista Margherita Guarducci en 1965.












Si pinchas la imagen podrás realizar una visita virtual en 3D por la Basílica de San Pablo Extramuros

La Basílica San Pablo Extramuros fue erigida en el siglo IV por el emperador Constantino, sobre el lugar donde reposaban los restos del apóstol San Pablo, del mismo modo que había hecho en el Vaticano sobre la tumba de Pedro. Durante siglos, el templo había había sido ampliado y embellecido con valiosos frescos y mosaicos, y a comienzos del siglo XIX era uno de los edificios más espectaculares de Roma, que conservaba intacto su sugestivo aspecto paleocristiano.

Pero la noche del 15 de julio de 1823 un gran incendio redujo a cenizas todo aquel valioso patrimonio de arte e historia. La ciudad entera acudió a ver el triste espectáculo. Sin embargo, los cardenales no se atrevieron a dar la noticia al Papa Pío VII, gravemente enfermo, que murió un mes después.














Si pinchas la imagen podrás realizar una visita virtual en 3D por la Basílica de San Juan de Letrán

San Juan de Letrán es la Arch-basílica del patriarca de Occidente, el Papa y es una de las cuatro Basílicas mayores de Roma. Fue la Iglesia principal y residencia de los Papas desde el emperador Constantino (s.III) hasta la construcción de la San Pedro.

martes, 17 de agosto de 2010

Símbolos de Santiago






El camino de Santiago es una ruta que recorren los peregrinos de España y de toda Europa para llegar a la ciudad de Santiago de Compostela, donde se veneran las reliquias del apóstol Santiago el Mayor. Durante toda la Edad Media fue muy concurrido, después fue ligeramente olvidado y, en la época actual, ha vuelto a tomar gran auge. Ha sido declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, Primer Itinerario Cultural Europeo por el Consejo de Europa y ha recibido el título de Calle Mayor de Europa. Entre los símbolos de Santiago sobresalen los siguientes:

LA CRUZ DE SANTIAGO

Es cruz latina y simula una espada con tres flores de lis en los brazos y la empuñadura. Puede tener su origen en la época de las Cruzadas, cuando los caballeros llevaban pequeñas cruces con la parte inferior afilada para clavarlas en el suelo y realizar sus devociones. La espada representa el carácter caballeresco del apóstol Santiago y su forma de martirio.

CONCHA DE SANTIAGO

La concha de vieira pasó a llamarse "concha de Santiago" porque, cuando los peregrinos llegaban a Santiago de Compostela, se les entregaba un pergamino, que les confirmaba como tales y se les colocaba sobre su sombrero y capa la concha de vieira, que demostraba su estancia en Santiago al regreso a sus pueblos de origen. También es símbolo del cambio espiritual operado en el peregrino.

FLOR DE SANTIAGO

La hermosa flor roja fue llamada con este nombre por su gran parecido con la cruz de los caballeros de la Orden de Santiago. Formaba parte del tesoro botánico de los aztecas de México y llegó a España en un arca de madera a bordo de la misma nave que transportaba la primera expedición naturalista financiada por la corona española en el siglo XVI. Conocida en un principio como Narcissus Indicus Jacobeus, ha pasado a ser últimamente "símbolo jacobeo" e "imagen arquetipo de la capital gallega".

BOTAFUMEIRO

Uno de los símbolos más conocidos y populares de la catedral de Santiago es el botafumeiro. Cuenta la leyenda que el primer incensario del templo compostelano fue construido, por motivos de higiene, en el siglo XI. En la Edad Media, los peregrinos, exhaustos tras hacer el Camino, se agolpaban en la catedral y, para luchar contra la acumulación de olores corporales, caldo de cultivo de epidemias, se encargó un incensario de grandes dimensiones. En el siglo XVI, gracias a una ofrenda del rey Luis XI de Francia, se sustituyó el artefacto medieval, por otro nuevo, también de plata, incensario que fue robado por las tropas napoleónicas en 1809 durante la Guerra de la Independencia; más tarde fue sustituido por el que hoy se conserva y que, aunque más moderno es menos ostentoso, puesto que pasó a ser de latón plateado.

CREDENCIAL

Se trata de un documento que acredita al portador la condición de peregrino y, según la normativa actual, los que deseen peregrinar a Santiago pueden recibir dicho documento tras un encuentro personal (nunca por correo) en asociaciones, cofradías y refugios en los que ha delegado la Iglesia de Santiago. La credencial no da derecho a nada y sólo demuestra que uno es peregrino y puede acogerse a la hospitalidad de los refugios y de la gente que encuentre en el Camino. Es indispensable presentarla para lograr la Compostela.

COMPOSTELA

La Compostela es un documento del Cabildo Catedralicio de Santiago que certifica la peregrinación a Santiago. Para conseguirla, se debe mostrar la credencial, donde se ha ido sellando y poniendo la fecha a lo largo del Camino, como por ejemplo en los refugios en los que se ha dormido. Para conseguir la Compostela hay que llegar a Santiago tras recorrer 100 Kilómetros andando o 200 en bicicleta, como mínimo. Está escrita en latín y dice así:

"El Capítulo de esta protectora Iglesia Apostólica y Metropolitana, custodio del sagrado Altar de Santiago Apóstol, con el fin de expedir las auténticas cartas de la visita a todos los fieles y peregrinos de todo el mundo por efecto de devoción o a causa de voto, que vienen a las puertas de nuestro apóstol patrono y titular de nuestra España, Santiago Apóstol, a todos y cada uno que examinen las presentes, hago saber: que Don.............. ha visitado devotamente este santo templo por causa de piedad. Y para dar fe de esto, le confiero las letras presentes sancionadas con el sello de esta Santa Iglesia. Dado en Compostela el día..................."

LA PUERTA DEL PERDÓN

Uno de los lugares más importantes y simbólicos de la catedral de Santiago de Compostela es la Puerta Santa o del Perdón. Fue construida en el siglo XVII y es la meta de los peregrinos que llegan hasta allí para ganar el jubileo, privilegio que data del siglo XII, mediante bula del papa Alejandro III. Permanece siempre cerrada, pudiéndose utilizar excepcionalmente los Años Santos o de la "Gran Perdonanza", es decir, aquellos años en los que el 25 de julio, solemnidad de Santiago, coincide en domingo, circunstancia que se repite en secuencias de 11, 6, 5 y 6 años (y vuelta a empezar). Su apertura marca el inicio del año del jubileo.
La Puerta Santa habla de la peregrinación como de penitencia, y aun como de penitencia sacramental, por lo que también es llamada "Puerta del Perdón", de donde en perspectiva cristiana evoca o simboliza el paso o tránsito que cada creyente está llamado a dar del estado de pecado al de la gracia; o también el paso definitivo y último del hombre desde este mundo al Padre celestial. De esta suerte, el gesto de entrar en el sacro recinto, a través de la Puerta Santa o del Perdón, deberá estar unido a la celebración de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía a fin de llegar a tener acceso al amor misericordioso de Dios Padre.

EL ABRAZO AL APÓSTOL

En el altar mayor de la Catedral de Santiago de Compostela y dentro de un baldaquino barroco, se pude contemplar la figura en piedra policromada del "Señor Santiago" que, con mirada serena, recibe al peregrino en su casa, al tiempo que recibe de él el tradicional abrazo (en gallego aperta o apreta) como testimonio de adhesión y gratitud por su valimiento y ayuda espiritual.

EL SEPULCRO DE SANTIAGO

En la cripta de la Catedral de Santiago de Compostela, situada bajo el Altar Mayor, se encuentra el sepulcro romano que guarda los restos del apóstol Santiago. Dicho sepulcro está cubierto por una urna de plata cincelada en el siglo XIX sobre modelo románico por orfebres conpostelanos. En el centro de la urna aparece el Pantocrátor rodeado por las figuras de los evangelistas. Es uno de los principales destinos de peregrinación de Europa a través del llamado Camino de Santiago.

OTROS SÍMBOLOS

Existen además otros símbolos, tradicionalmente asociados a las peregrinaciones jacobeas, siendo los más representativos a este propósito:

LOS BORDONES Y LAS CALABAZAS, que tradicionalmente prestaron sus servicios como cantimploras.


También, como símbolo universalmente identificado con la ruta jacobea está la versión más moderna de la CONCHA DE VIEIRA que representa una esquemática concha de vieira amarilla sobre fondo azul (colores de la Unión Europea) que aparecen en paneles informativos, carreteras, autovías, puntos de información, etc.

Y símbolo popular jacobeo es igualmente la famosa flecha amarilla con la que se indica el itinerario real que atraviesa pueblos, descampados, bosques y ríos. Fue Elías Valiña, párroco de O Cebreiro, quien comenzó a señalizar la ruta jacobea con este símbolo, luego extendido por todo su recorrido.


Tomado del trabajo realizado por Teodoro Úzquiza Ruiz "Símbolos en el Arte Cristiano -Breve diccionario" (Burgos, 2010, pp. 153-157)

jueves, 12 de agosto de 2010

El triple filtro

En la Antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduria y el gran respeto que profesaba a sus semejantes. Un dia, un conocido se encontró con el filosofo y le dijo:

- ¿Sabes lo que escuche acerca de tu amigo?


“Espera un minuto-replico Socrates-. Antes de decirme nada, quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro”. ¿El triple filtro?

“Correcto- continuo Socrates- .

Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una Buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir.

Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.

El primero es la verdad ¿Estas absolutamente seguro de lo que vas a decirme es cierto?”

-No, dijo el hombre, realmente solo escuche un comentario

“Bien, dijo Socrates-

Entonces, realmente no sabes si es cierto o no.

Ahora, permiteme aplicar el Segundo filtro, el de la bondad.

¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?”

-No, por el contrario… “entonces deseas decirme algo malo sobre él, pero no estas seguro de que sea cierto.

Aun asi, podria querer escucharlo por que queda un filtro, el filtro de la utilidad.

¿Me serviria de algo saber lo que me vas a decir de mi amigo?”

-No, la verdad es que no.

“Bien concluyo Socrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no me es util, ¿Para que querría yo saberlo?

Usa este triple filtro cada vez que oigas comentarios sobre algunos de tus amigos cercanos y queridos.

"La amistad tiene un valor incalculable; no pierdas a un amigo por un malentendido o comentario sin fundamento"

martes, 10 de agosto de 2010

Inteligentes ante la adversidad

Bartolomé Murillo es uno de los grandes artistas del siglo XVII que mejor trataron la temática religiosa, especialmente con sus cuadros sobre la Inmaculada Concepción, de la que llegó a pintar varias versiones. El buen pastor es un cuadro muy realista –propio del arte religioso de la época- en el que el personaje se caracteriza por la serenidad de su mirada, su dulzura y humanidad. En esta armónica escena de género la figura del personaje infantil se aleja de la imagen trágica característica de muchos artistas del barroco. Tal vez la intención de Murillo fuese trasmitir devoción a la figura de Cristo. Esto nos lleva a pensar que seguir a Cristo no es una tarea sencilla. Exige compromiso y sacrificio. Ya no lo advirtió Él cuando dijo: «Por mi nombre os odiarán pero el que persevere hasta el final se salvará». ¿Merece realmente la pena sufrir y sacrificarse cuando en la tierra podemos disfrutar y vivir sin compromiso alguno? ¿Para qué esforzarse y luchar cuando en la vida todo son tropiezos y adversidades y es preferible que cada uno siga su camino? ¿Qué sentido tiene ir por el mundo como ovejas en medio de los lobos? ¿Por qué mi sufrimiento tiene que servir para la salvación de otras almas? ¿Por qué sufrir rechazo por defender a Jesucristo? ¿Para qué entregarse a los demás si en contrapartida recibiremos incomprensión y desprecio?

Respondamos a estas preguntas con el corazón sincero y puro, con el espíritu fuerte y generoso. Sí, es verdad, Cristo nos arroja a los lobos como ovejas. El mundo está repleto de personas que no creen vilipendian. Su palabra. Hay muchos factores externos que ponen trabas a la santidad ordinaria. Pero Cristo, que nos ama, nos marca bien el camino y nos dice que actuemos con inteligencia, con sagacidad, con habilidad, con buenas artes. Que, con nuestro ejemplo, demos testimonio de Su mensaje. Que con valentía prediquemos la buena nueva del Evangelio. Que con nuestras obras seamos ejemplo de vida coherente. Que siempre que demos testimonio Él estará presente en nuestras vidas dándonos su consuelo y cercanía. Cristo es el impulsor de nuestro apostolado, el pilar de nuestra fragilidad, la fuerza de nuestra debilidad y la brújula de nuestro camino. «¡No tengáis miedo!», nos dijo Juan Pablo II al inicio de su pontificado.













ORACIÓN:


Señor, danos la gracia para vivir de modo coherente, valiente y sagaz. Y tener siempre el corazón puro, tan limpio como la mirada serena de este niño del cuadro.

sábado, 7 de agosto de 2010

El gallo que cantó después de asado (Soria, Burgos y La Rioja)

Allí por donde el llamado camino «francés» a Santiago de Compostela desemboca en Castilla y León, en las estribaciones mismas de la Sierra de la Demanda, que une más que separa las tierras de Burgos y Soria con La Rioja, está la ciudad de Santo Domingo de la Calzada. Y en su gótica catedral, justo en frente del sepulcro de Santo Domingo, hay un extraño lugar: se trata de un arco de medio punto rematado en pináculos con una jaula dorada en su interior. Dentro de ella revolotean bien vivos un gallo y una gallina enormes. La razón de que se encuentren allí estos emplumados habitantes está -según se explica- en un milagro que el santo hizo después de muerto: corría el siglo XV cuando un matrimonio de alemanes muy creyentes se dirigían con su hijo que era buen mozo en peregrinaje al sepulcro de Santiago de Compostela. Iban ya cansados del camino y decidieron parar a descansar en una posada de dicha ciudad.

La hija de los posaderos quedó inmediatamente prendada del bello mozo, más rubio y alto –a pesar de ser muy joven- que cualquier otro muchacho que hubiera visto jamás. E intento conquistarle por todos los medios: le atendió obsequiosa durante la cena, se insinuó inclinándose sobre su hombro y se atravesó ante él cuando el muchacho subía por las escaleras hacia su habitación detrás de sus padres. Pero nada, El joven se hizo el distraído e incluso llegó a apartarla, cortés aunque firme, para que le dejara pasar. Entonces, toda la pasión de la chica se volvió odio al verse rechazada.

Despreciarla así, a ella, que era un buen partido a quien todos los mozos del lugar cortejaban. Y, ciega de despecho, cogió una copa de plata y la escondió en el zurrón del viajero, aprovechando que éste dormía como un tronco a causa del cansancio del peregrinaje. A la mañana siguiente, no habían salido aún de la villa los tres romeros cuando vieron que la posadera les perseguía gritando:
-¡Al ladrón, al ladrón, que se llevan nuestra copa más preciada!

La gente les rodeó, llamaron a la justicia y los tres fueron apresados con grilletes y conducidos al calabozo. Los padres permanecieron en el mismo varios días, pero al hijo se lo llevaron para el juicio sólo un par de jornadas después. Como a todos los que robaban en aquella época, le condenaron a la horca y –en el día que iba a ejecutarse la sentencia- los padres fueron liberados, pues el juez no encontró en ellos ninguna falta. Salieron aturdidos los alemanes, casi sin poder hacerse entender y menos comprendiendo lo que pasaba. Pero, al fin, consiguieron con gran esfuerzo que les indicaran dónde vivía el juez.

Cuando iban en su búsqueda, pasaron por la catedral y el padre sintió la necesidad de entrar a orar. Justo delante del sepulcro de Santo Domingo se arrodilló para rezar en silencio y, luego, prosiguieron el trayecto hacia la casa del juez que estaba en el barrio viejo. Cuando llegaron a verlo, éste estaba disponiéndose a comer unas gallinas en pepitoria, pero dado el gran desconsuelo de los padres les recibió, aunque de muy mala gana. El matrimonio le rogó y suplicó por Dios que su hijo era un irreprochable joven y que no podía haber cometido de ninguna manera el delito del que se le acusaba.

El juez, harto de que le interrumpieran la comida, les dijo con toda rudeza que su hijo había sido ya juzgado y condenado y que en esa misma mañana le habían colgado de la horca. El alemán aseguró que eso no podía ser, que él había estado rezando en la catedral por su vástago y Santo Domingo se había dignado a atender su plegaria asegurándole que su hijo estaba bien. Enojado por tan estúpida persistencia y la fe sin límites de los alemanes el juez les contestó:

-Yo vi con mis propios ojos cómo le colgaban de la horca, así que me cuelguen a mí una cuerda al cuello si vuestro hijo sigue vivo. Por Dios y santo Domingo que el muchacho está tan muerto como estas dos gallinas que me voy a comer ahora mismo.

En ese momento, brincaron los animales aún humeantes y sin plumas del plato. Y echaron a correr por la estancia con gran revoloteo y cacareando como si estuvieran en el corral. Ante el prodigio el juez se levantó de la mesa y se apresuró a llegar lo más deprisa que pudo ante el cadalso, seguido de los padres que lloraban y lloraban sin llegar a comprender lo que sucedía, pero siempre confiados en la promesa del santo.

Y allí pendía e cuerpo del cadalso, balanceándose de uno a otro lado. La madre se adelantó a la comitiva –que había ido creciendo mientras tanto- y todos pudieron oír que, de los labios del ahorcado, salía un hilillo de voz. En su propio idioma, el mancebo contó a su madre que se había encomendado a Santo Domingo antes de morir y que, sin duda, fue esto lo que le salvó la vida.

-¡Milagro! ¡Milagro!
Gritaron todos y se hincaron de rodillas ante la horca.

A partir de entonces los jueces de la ciudad llevaron una cuerda alrededor del cuello hasta que fue sustituida por una cinta roja. Y de ahí viene también que se construyera tan precioso gallinero en la catedral, con un gallo y una gallina dentro de él que muchos creían eran los mismos que cantaron tras haber sido cocinados. Los romeros solían pararse delante del mismo y ofrecían a los animales comida con la punta de sus cayados. Si aceptaban el bocado se interpretaba como una señal de que todo iría bien en el camino hasta Santiago. Pero, para asegurarse de ello, tanto si las aves comían como si no, solían los peregrinos coger alguna pluma que caía de la jaula y colocarla en sus sombreros.

Todos los que han hecho el camino conocen esta historia y el dicho que los lugareños aún repiten haciendo mención a lo sucedido:








«Santo Domingo de la Calzada
en donde la gallina cantó después de asada».

Un viajero reciente –y reincidente- por España, el errante escritor holandés Cees Noteboom, describe la jaula dentro de la que todavía cacarean las aves en la catedral de Santo Domingo de la Calzada y se hace eco de la leyenda, por lo que puede pensarse que ésta sigue bien viva y que seguirá estándolo mientras los pajarracos continúen allí y –no sin extrañeza- los visitantes del templo se pregunten qué hacen tales inquilinos en un templo consagrado.

«Vuelve a sonar ese primitivo grito de triunfo varonil por las altas bóvedas» -escribe Noteboom-. Y se acerca el forastero al lugar de donde sale el canto del gallo: «…sobre una repisa de chimenea, coronada con un medio arco con rosetones y pináculos góticos hay una jaula dorada y labrada, y en la suave luz detrás de las rejas los veo: la gallina sagrada y el gallo sagrado, dos ejemplares gigantescos en el más bello gallinero del mundo. La historia la oigo más tarde». Y la historia es, más o menos, la que acabo de contar; una historia que no ha dejado de contarse sobre un gallo y una gallina que tampoco han dejado de estar en el mismo sitio, de modo que como también constata Noteboom «hay gente que piensa incluso que todavía es la misma gallina y, por supuesto, es así»» (Noteboom 2006: 73).

Otros peregrinos jacobeos de hoy, toman nota –igualmente- del lugar y la leyenda: «En el interior del primer templo –dice Rafael Izquierdo Perrín- está el sepulcro de su fundador, Santo Domingo, que además da nombre a la ciudad». Y señala también que allí hay «un artístico gallinero que asombra y deja perplejo a cuantos lo ven y no conocen la historia» (Izquierdo Perrín 1999: 34).

En las diferentes versiones que se dan del tema, hay alguna –como la ofrecida por Izquierdo- en que al joven alemán se le da el nombre de Hugonell, otras en que los padres no proceden de Alemania, sino de Francia, y van a Santiago en cumplimiento de una promesa a la Virgen María, que es quien les ha concedido la alegría de un hijo –cuando ya no lo esperaban- y la que, finalmente, realizará el milagro de devolvérselo vivo (García Diego 1958: 227 – 228).

A veces la acción se sitúa en una posada del camino, entre Belorado y Nájera (Merino 2005: 188), otras –más en concreto- en esta última localidad (García de Diego 1945: 227), y la época en que acaece resulta aún un poco más imprecisa según los autores: Perrín habla de la Edad Media (1999: 34), García de Diego «de la época de la gloriosa Reconquista» (1945: 229), y a lo sumo hay quienes como Yravedra y Rubio se refieren a siglo XV (1980: 38).
Pero, salvo unas pocas excepciones, los elementos principales y la localización de la leyenda –en su pervivencia actual- coinciden: un devoto matrimonio de alemanes merece el milagro de Santo Domingo de que un ahorcado –hijo de aquéllos- resucite (o no llegue a morir) al tiempo que un gallo también lo hace, en la ciudad que lleva el mismo nombre del santo. Otra versión recogida por García de Diego confirma la relación de la narración con Santo Domingo de la Calzada aunque, en este caso, el suceso se desarrolle entre moros y cristianos. Porque, de acuerdo con lo que este autor explica, «los soldados fieles que tenían la desgracia de caer prisioneros de los moros invocaban en su cautiverio a Santo Domingo de la Calzada, abogado de los cautivos» (García de Diego 1945: 229).

No deja de ser interesante, sin embargo, esta última modalidad, pues las primeras formas en que aparece la leyenda –recogida en latín tempranamente- responden a este patrón de luchas entre moros y cristianos. O atribuyen el milagro a San Pedro y no a Santo Domingo. Una de las primeras fuentes latinas utilizadas, en este sentido, parece haber sido Petrus Damianus –o Pedro Damiano-, gran recolector de tradiciones religiosas de tipo legendario, que –curiosamente- todavía vivía en la segunda mitad del siglo XII, cuando Santo Domingo de Guzmán ya había muerto, y sitúa el milagro en la ciudad italiana de Bolonia. Quizá por ese débil rastro pudo entrar en la leyenda el matrimonio alemán que aludiría a la procedencia extranjera del relato más que a quienes lo protagonizaban; y puede que también la peregrina presencia del gallo que canta tenga que ver con la figura de Pedro, quien escuchó cómo este animal cantaba tres veces ante sus negaciones de Cristo (García de Diego 1945: 140).

jueves, 5 de agosto de 2010

El extraño paseo del Cid (Burgos)

En la cima de un monte que parece partido en dos por un rayo divino se encuentra el monasterio de Fresdeval. Junto a él hay una amplia meseta que termina en una especie de mirador, colgado sobre el abismo. Y desde él puede distinguirse en la lejanía –si no hay niebla- buena parte de la ancha Castilla con las tierras de Burgos en primer término. Pues son muchos los nacidos en aquel lugar que dicen haber presenciado un extraño prodigio la noche del Día de Difuntos.

Cuentan –y no han dejado de contar durante generaciones- que esa noche, en que los muertos gozan del favor concedido por Dios de visitar a las personas que quisieron o volver a los lugares que más amaron en vida, se aparece un misterioso jinete cabalgando sobre la meseta.

Va vestido por completo con cota de malla y un yelmo en forma de águila remata su cabeza. En el brazo izquierdo lleva un escudo negro y en el derecho una espada resplandeciente que atrae los rayos de la luz de la luna.

Después de cabalgar sobre su caballo blanco hasta el borde del precipicio, el guerrero se asoma al mismo y parece contemplar toda la extensión de Castilla que puede alcanzar con su mirada. Luego, tira de las bridas de su corcel y se reúne con otros caballeros que, tras hacer chocar sus armaduras y espadas como preparándose para la batalla, le siguen por la ladera del monte abajo hasta que se pierden en un recodo del camino.

Los que tal cosa han visto están seguros de que este jinete no es otro que Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, montado sobre su caballo Baviera que fue enterrado junto a él y sus tres espadas en el monasterio benedictino de San Pedro de Cardeña.

El héroe que ganó batallas después de muerto, saldría así de la tumba y volvería al lugar en donde soñó con un futuro en libertad para su tierra.

Esa tierra a la que sólo pudo regresar ya difunto, por lo que el paseo espectral del Cid, sería –sobre todo- el cumplimiento de un deseo, si no de él, sí de los castellanos que aún guardan su memoria.

Esta leyenda es recogida por Vicente García de Diego en su Antología, donde da a entender que el relato le habría sido contado por «un anciano no octogenario, nacido en las inmediaciones de Fresdeval» (García de Diego 1958: 232). Leyendas locales sobre el Cid hay unas cuantas, de modo que viajeros extranjeros Como Davillier mencionan también algunas de ellas. El barón francés que recorrió España con el magnífico dibujante Gustavo Doré, se refiere –cuando ambos acaban de visitar en Burgos el monasterio de Cardeña- a una narración (lejanamente emparentada con la de la «estatua convidada») en que el Cid revive también de entre los muertos: «Según Covarrubias –recuerda Davillier-, habiendo tenido un judío la osadía de tirar de la barba del Cid, salió de la tumba el Campeador por permisión de Dios, sacó una de sus espadas y puso en fuga al hereje» (Davillier y Doré, Vol. II, 1984: 370). Alude igualmente el barón a una tradición que recojo en mi relato, la de que –conforme a la última voluntad del héroe- sus tres espadas favoritas, Colada, Joyosa y Tizona, así como su caballo Baviera fueron enterrados con él en el mismo sepulcro de San Pedro de Cardeña. Y Doré –por su parte- dibuja el cofre llamado del Cid, tal como se conservaría colgado de un muro de la Catedral burgalesa. Aunque se ha relacionado al cofre o arca en cuestión con el engaño del Cid a los usureros judíos Rachael (o Raquel) y Vidas que nos es contado en su Cantar y en algunos romances, Davillier propone –además- otras explicaciones que debían de hallarse difundidas también oralmente: «Según unos, contenía antiguamente el altar portátil que seguía al héroe español en sus campañas contra los moros. Otros creen que guardaba un trozo de su espada» (Davillier y Doré, Vol. II, 1984: 365).

Lo curioso es que los textos legendarios a que me he referido hablan de los cofres o de varios, así que nunca sabremos cuál de ellos era (o a qué se destinaba realmente) aquella arca de madera carcomida, toda llena de herrajes, descrita por Davillier y dibujada por Doré.

Sí que nos cuenta el romancero que, necesitado de dinero para financiar sus campañas y mantener a sus tropas, el Cid entrega a cambio de monedas unos cofres cerrados llenos de arena a los judíos para que se los guarden como si contuvieran joyas preciosas. Y que, al cabo de un año, el Campeador les devuelve –más o menos- la cantidad prestada.

El Cantar del Cid, conservado en un librito manuscrito más bien humilde, ha sido objeto de discusiones por parte de los estudiosos que lo consideraban copia que serviría de recordatorio a los juglares y de aquellos otros que defendían la autoría de quien –en el siglo XIV- dice escribirlo (cosa que por entonces podía muy bien significar meramente «copiarlo»), Per Abbat. Pero ciertos romances sobre el Cid han seguido siendo transmitidos dentro de la tradición oral y, aunque la realidad histórica del héroe parece hoy fuera de toda duda, las hazañas que se le atribuyen pueden ser tan fantasiosas como la aparición que aquí he reescrito. Todo ello no quita historicidad al personaje y de ahí que la incluya entre las leyendas históricas, a pesar de que la cabalgada del Cid la noche de difuntos tenga más que ver con los muchos relatos sobre fantasmas que son vistos ese día que con su paso por este mundo.

Ha escrito Martín de Riquer que «las gestas son esencialmente la historia para el pueblo, el cual no pretende distinguir entre lo cierto y lo tradicional, y al lado de datos seguros admite leyendas bellas, y para quien el pasado no tiene un valor simplemente informativo sino, en gran manera ejemplar» (Riquer 1976: 33). Y seguramente en este sentido de buscar sobre el territorio legendario una guía o un estímulo para el presente surgen leyendas como la que he refundido.

Ese valor simbólico del héroe ya lo percibía claramente Ramón Menéndez Pidal –el estudioso que más contribuyó a la construcción del Cid como emblema identitario- cuando en su resumen final al romancero cidiano escribe: «El cadáver del Cid, repatriado entre lanzas victoriosas, se abre paso a través de los almorávides aterrados, y va a Castilla como sagrado símbolo de nobleza, de toda lealtad, siempre imponente, siempre vencedora.., siempre combatida» (Menéndez Pidal 1969: 104).