miércoles, 29 de junio de 2011

Fiestas de San Pedro y San Pablo 1957

















Día 29 San Pedro y San Pablo, apóstoles

Origen de la fiesta San Pedro y San Pablo son apóstoles, testigos de Jesús que dieron un gran testimonio. Se dice que son las dos columnas del edificio de la fe cristiana. Dieron su vida por Jesús y gracias a ellos el cristianismo se extendió por todo el mundo.

Los cadáveres de San Pedro y San Pablo estuvieron sepultados juntos por unas décadas, después se les devolvieron a sus sepulturas originales. En 1915 se encontraron estas tumbas y, pintadas en los muros de los sepulcros, expresiones piadosas que ponían de manifiesto la devoción por San Pedro y San Pablo desde los inicios de la vida cristiana. Se cree que en ese lugar se llevaban a cabo las reuniones de los cristianos primitivos. Esta fiesta doble de San Pedro y San Pablo ha sido conmemorada el 29 de Junio desde entonces.

El sentido de tener una fiesta es recordar lo que estos dos grandes santos hicieron, aprender de su ejemplo y pedirles en este día especialmente su intercesión por nosotros.

lunes, 27 de junio de 2011

Himno a Burgos








Si pinchas la imagen puedes ver y leer el Documento de Microsoft Word titulado Himno a Burgos  con letra de Mariano Zorita y música de Rafael Calleja.






 






El Himno a Burgos, una pieza fundamental de las Fiestas de San Pedro y San Pablo era interpretado por la la Federación Coral de Burgos y la Banda Ciudad de Burgos en el momento de la inauguración, posterior al momento de la lectura del pregón. 

Instantes después se abrían las casetas de la Feria de Tapas, y comenzaban las primeras actividades programadas para las fiestas. Desde verbenas, conciertos y bailes, hasta la primera sesión de Fuegos Artificiales, entre los Puentes de San Pablo y Santa María.

martes, 21 de junio de 2011

… y por fin, el Obradoiro

El origen del Monasterio de San Martín Pinario, se remonta a la época del hallazgo de los restos del Apóstol, cuando un grupo de monjes benedictinos se instaló en un terreno al que llamaron Pignario, por los pinos que allí había, cercano a la Capilla de la Corticela, la cual usaban para sus oficios. Fue uno de los tres grupos religiosos encargados de custodiar el sepulcro de Santiago.

En el año 899, se inició la construcción del convento primitivo, promovida por el Obispo Sisnando I, que lo puso bajo la advocación de San Martín de Tours. En el s.XII, fue sustituido por uno nuevo, consagrado por Diego Gelmírez.

En el s.XVI comienzan las obras que le darán el aspecto actual, causantes de serios conflictos con el Cabildo de la Catedral, el cual temía que aquella magnífica construcción restara protagonismo a su edificio. Así, a partir de entonces, alcanzará su máximo esplendor, convirtiéndose en el más rico y poderoso monasterio de Galicia, hasta que, en el s.XIX, la desamortización de Mendizábal trajo la exclaustración de sus miembros. Actualmente alberga el Seminario Mayor.

Dejando el monasterio a nuestra derecha, un pequeño túnel, muy solicitado por los músicos que amenizan las calles de Santiago, nos llevará a uno de los lugares más deseados y visitados del mundo: la Plaza del Obradoiro.

Ante nosotros, un colosal edificio neoclásico de aire francés: el Palacio de Raxoi. Construido por el Arzobispo Raxoi en el s.XVIII, en el lugar donde estaba la cárcel de la villa, para ser utilizado como escuela del coro infantil de la Catedral y seminario de confesores. Pero la obra trajo polémica…


















domingo, 19 de junio de 2011

La gracia de Jesús, el amor de Dios y la comunión del Espíritu

Celebramos, en este domingo décimo segundo - esta semana - del tiempo ordinario, el domingo de la Santísima Trinidad. Un misterio central del cristianismo. Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es Uno y, al mismo tiempo, Tres. Un misterio que quizá es difícil de entender y de explicar, pues no podemos concebir cómo se puede ser al mismo tiempo uno y tres. Hay una sola naturaleza divina y tres personas con esa naturaleza divina. Hay una naturaleza humana y muchos millones de personas, por hacer una comparación. Un solo Dios verdadero y tres personas.

Es un misterio de amor, un misterio de relación personal en la comunión. El Padre es el origen de todo; el Hijo es la expresión del Padre, la Sabiduría o la Palabra (El Padre se expresa a través de Hijo); el Espíritu Santo es como el ambiente, el clima, el aire, el perfume, en el que se expresa Dios Padre por medio del Hijo.

Vemos en la segunda lectura una formula de San Pablo que solemos utilizar de saludo en la Eucaristía: "La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros". A cada una de las personas de la Trinidad le atribuye una cualidad: a Jesús, la gracia; a Dios Padre, el amor; al Espíritu Santo, la comunión.

La gracia de Nuestro Señor Jesucristo. Por medio de los sacramentos Jesucristo nos comunica la gracia. La gracia es la vida divina, la filiación, que está en nosotros por medio del sacramento del bautismo. Esa vida divina está en nosotros como semilla y tiene que ir creciendo con nuestra colaboración.

El amor de Dios Padre. Amor que aparece manifestado en la primera lectura, cuando dice que Dios es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. Amor que aparece también en el evangelio cuando dice: "Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo".

La comunión del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el creador de comunión entre las personas. Nos puede bastar con recordar las lecturas del domingo pasado, Pentecostés: El Espíritu Santo se manifiesta en cada uno para el bien común; se manifiesta como don que hace posible el entendimiento entre las personas (glosolalia).

El tiempo del Padre, tiempo de la creación, tiempo de la Alianza con el pueblo de Israel, es un tiempo que ya ha pasado. En su tiempo actuaba principalmente el Padre, aunque el Espíritu y la Sabiduría estuvieron presentes en aquel tiempo.

El Espíritu se cernía sobre las aguas.

La Sabiduría jugaba con la bola de la tierra.

El tiempo del Hijo, tiempo de la encarnación, de la redención y de la resurrección, también ha pasado. Cristo se encarnó en María; murió por nosotros para conseguirnos la salvación y resucitó. El Padre y el Espíritu también están presentes en el tiempo del Hijo.

Es el Padre quien le envía, es quien le resucita de entre los muertos para darle la razón y quitársela a quienes le crucificaron.

El Espíritu está presente desde la concepción (fecundó a María cubriéndola con su sombra), está en el bautismo, lo lleva al desierto, le acompaña en su vida pública, está en su muerte y en su resurrección; después de resucitar, Jesús nos envía su Espíritu.

Desde entonces estamos en el tiempo del Espíritu Santo, que es el tiempo de la santificación de los hombres y del mundo, el tiempo de la Iglesia, el tiempo de irnos incorporando progresivamente a la nueva vida en Cristo, tiempo de ir entrando en comunión con Dios. Tiempo en que el Espíritu de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del amor de Dios, el espíritu de la verdad, que nos conducirá a la verdad plena. También en este tiempo están presentes el Padre y el Hijo.

El Padre, que es el origen de todo, es ahora el punto culminante de toda la obra de la salvación, el punto de referencia.

El Hijo sigue estando presente en los sacramentos, sigue vivo y actuante. Pero todo es en el Espíritu.

Por eso podemos decir que en el cristianismo todo lo hacemos, igual que decimos en el culto, por Cristo, al Padre, en el Espíritu. Es decir, nuestra relación religiosa (es una redundancia) es con el Padre, a través del Hijo, en el Espíritu Santo. La meta es el Padre, Cristo el camino, y el Espíritu Santo el estilo, la motivación...

La fiesta de la Santísima Trinidad es una invitación a descubrir también nuestro ser personal. Si estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, también nosotros somos un misterio de relación, de comunión, un misterio de amor. Nuestra vida debe ser un reflejo de la vida divina que hay creciendo en nuestro interior.

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu esté con vosotros.















La Santísima Trinidad - Solemnidad.


















Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.



































La venida de Cristo al mundo obedece a un plan de salvación. Él no vino para excluir ni marginar a nadie, sino a congregar en la unidad a todos los hombres dispersos: "Pero ahora, en Cristo Jesús, ustedes, los que antes estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz; él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba" (Ef 2,13-14).
Jesús vive plenamente su misión: ser el signo y el llamamiento permanente de Dios para todos al amor y a la unidad.
















DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD. Pbro. Lic. José Luis Aguilera Cruz aguileracruz@yahoo.com.mx

"Para que el mundo se salve por Él"

LA MISA ES UNA EUCARISTÍA.

En otros artículos de este semanario nos han explicado que la Santísima Trinidad es Dios mismo en su misterio más profundo de ser un solo Dios en tres personas distintas, que son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La Misa tiene también el nombre de Eucaristía y significa Acción de gracias, porque toda Misa es un Cristo, el Hijo que se ofrece al Padre por el Espíritu Santo, toda Misa es un acto de amor a esa Trinidad Santísima que hoy más que celebrar recordamos, digo que más que celebrar porque en cada Misa, en cada Eucaristía es una celebración a la trinidad, por eso no es posible celebrarla un día cuando en cada Misa la estamos celebrando, este día es para recordar este misterio y para reafirmar nuestra fe después de todas las celebraciones pasadas como la pascua y pentecostés.

UN SALUDO TRINITARIO.

En la segunda lectura de este domingo, escrita por san Pablo, carta escrita con gran aflicción y angustia (II Cor 2, 4) por los problemas mortales que había contra él en Corinto (II Cor 1, 10), pero esta carta de san Pablo es reconciliadora y por ello al final de esta carta les envía la bendición tan hermosa que hemos escuchado en la Eucaristía, o que vamos a escuchar. En este saludo dice san Pablo: "La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes" (II Cor 13, 13), quiere decir que apenas en el año 56 ó 57 en que pudo san Pablo escribir esta carta, ya se concebía a Dios como una Trinidad y cada persona con su propio papel, el Hijo da la gracia, el Padre Ama y el Espíritu Santo trae la unidad a la comunidad, la comunión.

EL AMOR DE UN PADRE.

El evangelio de este domingo es el de san Juan, e inicia recordando lo que ya nos decía san Pablo en la II Corintios, dice san Juan "Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su hijo único..." Jn 3, 16, San Pablo y san Juan están de acuerdo que lo que mejor sabe hacer el buen Padre Dios es amar, pero no ama como nosotros san Juan dice que Dios ama tanto, nosotros no entendemos el amor tan grande que el Padre nos tiene, somos capaces de ofrecer un saludo o un beso a las personas que amamos, o dar regalos materiales, o pagar una comida etc., pero preferir la muerte y los sufrimientos del hijo por salvar al culpable, no tiene igual, una madre prefiere mil veces sufrir ella pero que no sufra su hijo, pues el amor del padre es tanto que entrega al hijo "para que el mundo se salve por él" v. 17b.

EL HIJO ENVIADO.

El Padre ama al mundo tanto que envía a su hijo literalmente a sufrir, y el Hijo viene no para hacer su voluntad sino la de aquel que lo envió, viene hacer la voluntad del Padre, viene a decir lo que nos quiere decir el Padre, el hijo es solamente obediente, el hijo es la obediencia en pleno, en absoluto, si el Padre lo que mejor hace es amar y lo que el Espíritu lo que mejor hace es unir, el Hijo lo que mejor hace es obedecer, quiere decir que todo estaba dentro del plan eterno de salvación, por eso Jesús ya sabía lo que le pasaría por eso sudó sangre en el monte de los olivos, por eso suplicó, como hombre que tiene miedo al dolor, a su Padre que pasara de él ese cáliz, pero dijo también que no se haga mi voluntad sino la tuya. Hoy la Divina Trinidad solo nos pide creer en el Hijo único de Dios, para no perecer v. 16, sino más bien para ser salvados v.17 y tener la vida eterna v. 16.















Vídeo de Juan Segura con la canción "Gloria" del álbum "Al tercer día" en la solemnidad de la Santísima Trinidad, para elcantarodesicar.com

sábado, 18 de junio de 2011

La monja sacristana o Margarita la tornera (Palencia)

La mendiga llevaba días merodeando en torno al convento. Su ropa olía a alcohol, al humo de las tabernas y a esa mezcla característica de suciedad e intemperie que envuelve a los vagabundos, pero su rostro aún delataba unos rasgos bellos bajo las arrugas, las llagas y las pústulas que la vida callejera había ido dejando en él. Para protegerse del acoso de unos muchachos que la rodeaban burlándose de ella y, cuando los chicos empezaron a arrojarle bolas de nieve, la pobre se atrevió a entrar en el zaguán del monasterio y allí se quedó tirada en un rincón, lamentándose entre susurros de su desgraciada existencia.

Entonces la hermana portera se acercó a la mujer que tiritaba de frío y, apiadada de su lamentable aspecto, la hizo cruzar la verja de clausura. Nada más empezó a limpiarle la cara con un paño humedecido, la portera mostró gran sorpresa y preocupación, diciendo luego a grandes voces:

-Pero, hermana Beatriz, ¿qué os ha ocurrido? ¿Cómo es que os encontráis en este estado? Es como si muchos años hubieron pasado sobre vos en un momento. Y, tomándola de la mano, le codujo por los fríos claustros hasta la capilla que había enfrente de la entrada:

-Esperad aquí un instante, que os traeré ropas y os lavaré antes de que las otras hermanas puedan veros. Luego me contaréis qué os ha pasado, pues yo os vi partir esta mañana, limpia y alegre como siempre a hacer la compra en el mercado y ahora regresáis así, hecha un eccehomo.

Entonces, la monja –que había sido la tesorera del convento desde hacia años- entró tambaleándose en la capilla y se arrodilló delante del altar de la Virgen:

-Perdonadme –dijo en voz baja-, mi señora, hace quince años que dejé este convento siguiendo el loco amor que un gallardo caballero dijo sentir por mí y en el que yo inocentemente creí. Me escapé con él a Lisboa y llevé una vida licenciosa hasta que el caballero, cansado de su capricho, me abandonó en una encrucijada y llevo años dando tumbos por esos caminos, calles y posadas. No merezco vuestro perdón, pero sabéis que siempre fui devota vuestra y, si ahora pudiera elegir, no volvería a dejar este convento en que fui tan feliz. Fue el hastío de esa misma felicidad lo que me hizo correr tras de aquel bribón, pensando que la felicidad estaba fuera.

La hermana portera estaba llegando a pasos cortos y presurosos hasta la puerta de la capilla con ropas limpias, cuando la monja vio delante del altar los mismos hábitos y llaves que había dejado junto a la Virgen el día que decidió irse del convento. Y, entonces, comprendió que sólo podía haber ocurrido una cosa: que la virgen, por cuya mejilla resbalaba una lágrima de sangre, había ocupado su lugar durante tan larga ausencia, fiel a la tarea que la monja huida le encomendara al partir. De esta manera, nadie había sospechado nada, pues todos creían que era la misma Sor Beatriz quien continuaba en su puesto, cumpliendo cada vez con más celo y perfección sus faenas y cometido de tesorera.

La monja lloró, se arrepintió sentidamente y determinó llevar una vida más ejemplar aún que la que había llevado hasta que dejó aquellos santos muros. La vida le daba otra oportunidad. La Virgen, en correspondencia a lo devota que Beatriz siempre fue de ella –aun durante el periodo de su existencia en que vivió en pecado- había hecho un milagro inestimable: el prodigio de borrar los errores pasados sin dejar huella ni daño y que la monja pudiera retomar su vida en aquel punto donde la había abandonado.

Beatriz cogió sus antiguos hábitos y se fue con la portera sin decir nada, como el tiempo no hubiera transcurrido mientras tanto.

Una amarillenta luz conventual iluminaba las baldosas de arcilla del largo pasillo que conducía a las celdas.

Podría añadirse a las últimas líneas de este texto: «Eran las doce del mediodía y las campanas del convento repicaron alborozadas». Sería un final muy fácil y totalmente en la tradición de los milagros populares. Pero he preferido dejar la imagen parada ahí, con la monjita adentrándose por el pasillo; sintiendo la alegría de recuperar el pasado, aunque también sepa que ella es, ya, otra. He preferido, pues, dejar situada a la monjita ante las incógnitas de su propia vida.

Es ésta una de las leyendas de la tradición mariana que ha recibido más amplio tratamiento por parte de los autores de la literatura considerada como «culta». El tema ya fue recogido –con variantes- en tres de las Cantigas que mandó reunir Alfonso X el Sabio (las XCIII, LV y CCLXXXV). Uno de los aspectos que más cambia en ellas es la identidad del seductor que aparece, alternativamente, como un caballero –al igual que en nuestro texto-, el abad del monasterio o un sobrino de la abadesa. En dos de las cantigas la protagonista tiene hijos y en la otra no, produciéndose en la segunda un reencuentro entre madre e hijo cuando la monja es ya anciana.

También figura el mismo asunto de la monja sacristana o tesorera reemplazada por la Virgen en la medieval Recull d’eximplis e miracles (1881), donde la escapada de la joven no es conocida por nadie hasta que ella misma se la cuenta al confesor, al llegar la hora de su muerte. Pero son las recreaciones artísticas de la leyenda las que le han proporcionado mayor fama y difusión. Su argumento inspiró a Lope de Vega La buena guarda, o la encomienda bien guardada, sirve de base a la novelista de «Los felices amantes», incluida en El Quijote de Avellaneda, y constituye la fuente principal del auto de Vélez de Guevara que lleva el título de La abadesa del cielo. Con todo, la obra que más contribuirá a volver a popularizar la vieja narración – ya en el siglo XIX- es Margarita la tornera, de Zorrilla, probablemente inspirada, sin embargo, en modelos franceses inmediatamente anteriores.

En su tradición popular, la leyenda no parece netamente localizada en un punto o zona de la península, ni en lo que atañe a dónde se sitúa el hecho ni en lo que toca a dónde pudo empezar a expandirse. La composición de Zorrilla se ambientaría, no obstante, en el Convento de las Clarisas de Palencia capital que el poeta debía de conocer bien, y la versión catalana del Recull…indicaría una antigua implantación en esa parte de España. Viejas son también las versiones francesas recogidas en varios Fabliaux que cita García de Diego (1958: 132). Este autor sigue el ejemplo de Recull…y, como en él o en la versión del cuentista francés Nodier, da el nombre de Beatriz al personaje de la monja, siendo –asimismo- revelado el milagro por ella cuando está en el lecho de la agonía:

«Llegada su última hora, Beatriz llamó a toda la comunidad, que la rodeó en su lecho de muerte, ya en alta voz confesó su pecado, descubriendo el prodigio obrado por la Virgen, que durante quince años desempeñó por ella el cargo de sacristana. Fue todo ello atestiguado por el confesor. Y murió santamente en aquel instante» (García de Diego 1958: 176).

Puede suponerse que, en mi texto, no he pretendido emular los destacados precedentes escritos de la leyenda, que van de Lope a Zorrilla, siguiendo más bien las sugerencias abiertas en algunos de los relatos populares de la misma recogidos desde antiguo. Y es –en ese sentido- que me he centrado en lo que tiene este milagro de segunda oportunidad para pecadores. Siempre –vendría a decirnos lo más sustancial de esta historia- resulta posible retomar el hilo de nuestra vida, al margen de puntuales equivocaciones, si se tiene la suficiente fe para ello.







miércoles, 15 de junio de 2011

Diez hitos que hacen Camino en Castilla y León

Diez hitos que hacen Camino en Castilla y León








El Camino de Santiago no es un camino cualquiera. Y no porque conduzca a un lugar extraordinario, sino porque en sí mismo es extraordinario. Tal distinción tiene múltiples y variados motivos, pero no son estos tanto los relacionados con su trazado (las calzadas, los puentes, los puertos…) como los elementos que lo configuran y complementan por doquier sin que fueran en principio necesarios para una ruta, aquellos que lo hacen peregrino. Todo un entramado de leyendas, mitos, historias reales o fingidas, monumentos y tradiciones, señales, signos y símbolos del paso milenario de gentes de toda condición acompañan y alientan al caminante a lo largo de su trayecto. De ellos, hemos escogido una decena, tratados sumariamente a manera de antonomasias, aunque todos los que el viajero topa sean únicos y pudieran ser innumerables.

martes, 14 de junio de 2011

Por Azabachería hasta la Puerta del Paraiso

El gremio de los azabacheros fue uno de los más importantes que hubo en Santiago, donde se viene trabajando ese material desde el s.XIII.

Estos artesanos tallaban preciosos objetos de azabache, que los peregrinos acostumbraban a comprar como recuerdo o amuleto. Se establecían en la zona que hoy conocemos como Azabachería, y por esa calle seguimos nuestra ruta, dejando atrás al autor del “ingenioso hidalgo” y a la derecha calles como Xerusalén, Algalia de Abaixo o Algalia de Arriba, que nos recuerdan que allí, en otro tiempo, se asentaba el barrio judío, pues la algalia es una sustancia de fuerte olor utilizada para la elaboración de perfumen de cuyo comercio se ocupaban tradicionalmente los judíos.

También a la derecha dejamos la Rúa da Troia, donde está la casa en la que Pérez Lugín situaba su célebre novela “La Casa de la Troya”, que conserva en su interior el aspecto de la pensión estudiantil que regentaba doña Generosa.

Más adelante está la bella Iglesia de San Martín Pinario.

Su monasterio está en la Plaza de la Inmaculada, a la que llegamos siguiendo nuestra ruta por Azabachería. A esa plaza da la cara Norte de la Catedral, cuya entrada era conocida, en su época románica, como Puerta del Paraíso porque representaba la historia de Adán y Eva. Hoy se conoce como Puerta de la Azabachería o Puerta Francígena.

Allí, instalaban los cambistas sus puestos de cambio de moneda, y hubo una enorme fuente, “Fons Mirabilis”, donde el peregrino medieval se aseaba antes de entrar a la Catedral.

Pero volvamos al monasterio y conozcamos su historia…
















Este es el monasterio de San Martiño Pinarío que competía en importancia con la vecina catedral de Santiago.



























PLAZA DA INMACULADA O PLAZA DE LA AZABACHERIA SANTIAGO DE COMPOSTELA. A CORUÑA


La Plaza de la Inmaculada o Plaza de la Azabachería, esta situada entre la fachada norte de la Catedral de Santiago y San Martín Pinario. En la plaza abundan numerosas tiendas que le ofrecen al turista venta de complementos o adornos de azabache.

Desembocan aquí, en la Plaza de la Inmaculada los últimos tramos de los caminos Francés, Inglés y el del Norte que entran al casco histórico por la Puerta del Camino.

domingo, 12 de junio de 2011

El Espíritu crea comunión

Celebramos el día de Pentecostés, el día de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y sobre la Iglesia. El Espíritu Santo se manifiesta como don para entenderse (1ª lectura), se manifiesta para el bien común (2ª lectura), como paz y como perdón (Evangelio). Con la venida del Espíritu Santo comienza la misión de la Iglesia; los apóstoles pasan del miedo a la valentía para dar testimonio de Jesús. El Espíritu es quien da esa fuerza para la misión.

Estamos en el tiempo del Espíritu. El tiempo del Padre es la creación y toda la historia de Israel; el tiempo del Hijo es el tiempo de la encarnación y la redención; ahora es el tiempo de la santificación, el tiempo del Espíritu. Él es quien actúa en la Iglesia y en los cristianos para llevar adelante el mensaje del reino; por eso yo creo que el Espíritu tiene la misión de crear fraternidad entre las personas, de crear comunión.

Este aspecto lo resaltan las lecturas que escuchamos en este domingo:

La primera lectura, del libro de los hechos de los apóstoles, cuenta como el Espíritu, cuando vino sobre los apóstoles, se manifestó con el don de la "glosolalia"; es decir, que les dio posibilidad a los apóstoles de expresarse en distintos idiomas y de hacerse entender por todos. Este don hace referencia implícitamente al texto del Antiguo testamento de la torre de Babel: Los hombres quisieron construir una torre tan alta que llegara al cielo para hacerle la competencia a Dios; pero Dios confundió sus lenguas, de modo que no podían entenderse. El Espíritu Santo viene ahora, en nombre del Padre, a hacer posible el entendimiento entre las personas, a hacer realidad la fraternidad. El lenguaje del amor lo entiende todo el mundo.

El orgullo, la soberbia, crea división entre las personas; el Espíritu crea comunión, cercanía, diálogo, fraternidad. Para que el Espíritu actúe es necesaria una comunión entre las personas, la división dificulta el camino del Espíritu.

La segunda lectura de San Pablo nos dice que en cada uno de nosotros se manifiesta el Espíritu para el bien común; esa es la finalidad primera del Espíritu, el Bien Común; por eso dice que hay diversidad de dones, de servicios, de funciones, pero un mismo Espíritu. Dice San Pablo: "Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo".

Los cristianos formamos el Cuerpo de Cristo; en cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común: todos somos necesarios para la comunión. Cuando entre nosotros no hay fraternidad, cuando entre nosotros hay división es señal de que no estamos dejando actuar al Espíritu, es señal de que estamos actuando por nuestra cuenta sin tener presente a Dios.

En el texto del Evangelio se nos dice que Jesucristo envía el Espíritu Santo después de haber resucitado y lo hace al mismo tiempo que envía a los apóstoles a la misión de anunciar el Evangelio; podríamos decir que el Espíritu, en los apóstoles, continúa la misión de Jesús. La misión es anunciar la Buena Noticia a todas las gentes, pero parece que ese anuncio tiene que ver mucho con la fraternidad y la comunión:

Pues Jesucristo se aparece deseando al paz: "paz a vosotros". La paz es la reconciliación entre las personas y la reconciliación de las personas con Dios. La paz no es simple tranquilidad por ausencia de conflicto; por eso para conseguir la paz quizá hay que hacer violencia a las formas ficticias de paz.

Además dice el evangelio: "perdonad los pecados"; puesto que para que se dé la verdadera comunión o la paz entre las personas, es necesario el perdón mutuo; es necesario el perdón de Dios para que se pueda dar el perdón entre las personas.

Este es el día de Pentecostés: celebrar la presencia del Espíritu Santo entre nosotros como el gran creador de la comunión entre las personas y Dios; celebrar la cooperación con el Espíritu de tantas personas, que dedican su vida a crear fraternidad en las familias, en los pueblos...

Que el espíritu se manifieste en cada uno de nosotros para el bien común.
















La misión y la causa de Jesús no podrán llevarse adelante con la buena voluntad de un grupo de seguidores. La obra misionera se construye con el impulso del Espíritu. El Espíritu sigue manifestándose en la comunidad de los discípulos y continúa otorgando sus dones para consolidar la íntima comunión en el Cuerpo de Cristo.





































 DOMINGO DE PENTECOSTÉS. Pbro. Lic. José Luis Aguilera Cruz aguileracruz@yahoo.com.mx

"Reciban el Espíritu Santo"

LA FIESTA DE PENTECOSTÉS.

El evangelio de este domingo es el mismo que reflexionamos en 2° domingo de Pascua para celebrar el domingo de la misericordia, hoy lo meditaremos desde la fiesta de pentecostés. Ésta fiesta era celebrada por los judíos: la celebraban al final de la cosecha del grano, el nombre de pentecostés que significa cincuenta, se le otorgó después de la intervención griega en la vida judía, antes se le llamaba de varias formas como la de las semanas ya que se celebraba 7 semanas o 50 días más un día después de pascua, era una fiesta de gran regocijo y de acción de gracias a Dios por los dones de la cosecha; también por eso se le llamaba de la siega por la cosecha de granos como cereales con los que hacían panes que ofrecían al Señor junto con animales (ver Lev 23, 15-21).

EL PODER DE CAMBIAR.

Recordemos que en el AT. Dios cambió los nombres de algunos personajes, y se ha dicho que por que se le daba a la persona una misión especial y es verdad, pero antes que eso descubrimos el poder de Dios que puede dar la misión y por lo mismo cambiar el nombre de la persona; Jesús dijo, como meditamos el domingo pasado, "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra" Mt 28, 18, éste poder le permitía a Jesús hacer también cambios de nombres como el caso de Pedro, y pudo también cambiar el sentido de las fiestas como la de la pascua y en el caso de hoy también la fiesta de Pentecostés; Antes el pueblo agradecido de que su esfuerzo en el campo había fructificado festejaba a Dios hoy Dios se desborda y se hace íntimo a la persona, llega el Espíritu Santo.

DE LA TRISTEZA A LA ALEGRÍA.

El texto es Jn 20, 19-23, y comienza con señales de tristeza como que fue al anochecer, la sombra nunca fue muy de Dios, Judas sale y era de noche (Jn 13, 30), en los momentos tristes de Jesús en los olivos, la gente llega con linternas y antorchas (Jn 18, 3); además las puertas están cerradas por miedo a los judíos v. 19; pero viene el cambio que realiza Jesús por el poder que tiene, y al presentarse en medio de ellos llega la luz, llega la paz, porque es lo primero que les dice: "La paz esté con ustedes" v. 19 y la va a repetir en el 21; se muestra con sus llagas para que crean que es él y la tristeza queda atrás, "los discípulos se llenaron de alegría" es también lo que hace el Señor hoy con nosotros, nos transforma en personas alegres, transparentes, todo y sólo por su poder.

EL DON DEL ESPÍRITU.

Pero esa alegría de los apóstoles es apenas la preparación para otro regalo de Jesús resucitado mucho más grande, Jesús con su poder envía a los suyos porque él mismo fue enviado, esto nos recuerda que todos en la iglesia debemos ser enviados y nadie debe actuar nada más porque sí, el envío es porque Jesús prepara a su enviado con la vitamina más grande, el poder más grande, la alegría más grande, la idea más grande, la confianza más grande, la seguridad más grande, las facultades más grandes, es decir al que envía Jesús resucitado le da al mismo Dios, les da al Espíritu Santo. En aquella ocasión les da la orden de recibirlo, "Reciban el Espíritu Santo" v. 22 es decir Jesús nos manda estar abiertos a este don de lo alto, para que venga y nos prepare para ir a donde nos mande.















La canción "profecía" del álbum "Al tercer día" sirve para la reflexión de Juan Segura en el domingo de Pentecostés, 12 de junio de 2011, para elcantarodesicar.com.

sábado, 11 de junio de 2011

El espíritu del hombre humilde

En el MNAC de Barcelona, donde ahora se encuentra la colección que los barones Thyssen-Bornemisza trajeron a España, destaca el cuadro de la Virgen sentada con el Niño de pie sobre su regazo. Es la Virgen de la Humildad, que engloba todas las características para devoción a María. Una bella imagen de una mujer sencilla revestida de una túnica roja y un manto azul —colores puros y vivos—, con un nimbo dorado en la cabeza con la inscripción Ave Maria Gratia Plena. De sencillez compositiva, la Virgen permanece sentada en un trono, rodeada de ángeles. El pintor del Quattrocento utiliza un recurso tradicional que ya empleará en otras pinturas. El símbolo de las flores —las azucenas que se refieren a la pureza de María y las rosas rojas y blancas del Niño que son el anuncio de las alegrías y la Pasión que tendrá que sufrir Jesús en la vida terrena— y el paño que da profundidad a la obra. Esta tabla nos habla de la humildad y pureza de corazón de una mujer que lo dio todo a lo largo de su vida, con un espíritu humilde y generoso. La humildad es el camino perfecto para alcanzar la paz interior. Para ser humilde hay que conocer la verdad de uno mismo. Donde reina la humildad existe sabiduría. No es fácil aceptar que hablen mal de uno, ser ajeno a las complacencias de las alabanzas, excusarse cuando se nos reprende, negarse a desarrollar trabajos que consideramos inferiores, avergonzarse ante la ausencia de determinados bienes personales, no ser el centro de atención de una reunión social, pensar que lo que uno dice o hace es mejor que quienes nos rodean… Lo difícil es aceptarlo. Pero para ello es preciso conocerse bien, saber examinarse. Ser conscientes de nuestra pereza, de nuestra desidia, de nuestro exceso de sensualidad, de nuestra envidia o de nuestros recelos. Cuando el ser humano se acepta como es puede rebelarse ante la realidad que le rodea. Humildes de corazón, en la voluntad, en la razón, en las pasiones, en los sentidos… en la oración. A base de humildad, se puede ir con la cabeza bien alta en cualquier ambiente o circunstancia. El espíritu del hombre humilde irradia luz —como en este bello cuadro— porque está iluminado por el Espíritu Santo. Sólo el conocimiento certero de nuestros defectos y debilidades nos da la fuerza necesaria para atraer la gracia divina. Si el hombre no acepta su realidad difícilmente podrá curarse. Dándose a los demás es como mejor se puede vivir el amor hacia el prójimo. Si uno no es fiel a su propia conciencia, jamás será feliz y podrá hacer feliz a quienes le rodean.

El más valioso don que tienen los hombres es la cercanía de Dios. Si no comprendemos que Él está al principio del camino, a nuestro lado, cogido de nuestra mano o arrimado a nuestro regazo, es que hemos perdido el sentido de nuestra vida. Dios está —siempre— presente, vivo, eterno. Es nuestro guía y nuestra esperanza. Ve nuestros actos, oye nuestras plegarias, asume nuestros defectos, se alegra de nuestros éxitos, comprende nuestras debilidades, contempla nuestros actos. Pero nosotros le desagraviamos y le ofendemos. A veces, durante el día, no tenemos ni un pensamiento para Él, que tanto nos comprende. Ni un acto de amor. Ni un gesto delicado. Sin Dios en nuestros corazones: ¿qué será de nuestra vida?.



















ORACIÓN:

Señor, desciende tu luz a esta oscuridad de mi corazón. Dame fe correcta, firme esperanza, caridad perfecta y profunda humildad, conocimiento y sabiduría para siempre observar tu santa verdad y voluntad.

jueves, 9 de junio de 2011

Las Modas

Jacinto tenía un viejo teléfono móvil. Como el celular le daba el servicio necesario, no le preocupaba que estuviera pasado de moda. Sin embargo, sus colegas lo molestaban y se burlaban cuando extraía su "pisapapeles" del maletín. Llegó a sentirse tan avergonzado que hace poco lo cambió por un Iphone4.

Dice así el Dr. Alejandro Morton: la crisis en el mundo se debe, entre otras cosas, a la inseguridad que las personas tienen sobre ellas mismas; su continua necesidad de comprar jamás será satisfecha porque esperan que la satisfacción personal venga de lo comprado, y jamás será así.

A nivel social, no nos hemos dado cuenta de que ese impulso descontrolado por comprar es, en el fondo, la causa profunda de la crisis económica que ha cundido ya por todo el mundo, alimentada por un sistema financiero insaciable que facilitó recursos para que compraran quienes no tenían con qué".

Pocas cosas hay más estresantes que tratar de mantenerse a la moda en ropa, calzado, accesorios, tecnología, viajes, comidas, restaurantes, casas, muebles, autos y todo lo añadible. Quien tiene dinero en exceso puede comprar, usar y desechar, pero quienes vivimos sujetos a un presupuesto debemos cuidar qué compramos y entender por qué y para qué lo compramos.

En efecto, la presión social existe, pero debemos preguntarnos cuánto nos presiona y cuánto nos dejamos presionar.

¿Cuál es el problema de que se rían de nuestro viejo teléfono móvil? La risa es buena y si no les gusta el móvil, pueden bromear a costa de él y criticar el aparato, a su dueño o a ambos. El problema es de ellos, no del dueño del teléfono móvil, a menos que éste lo acepte.

Desafortunadamente, hoy día uno se refiere a las personas por sus posesiones: "Es el chico del descapotable rojo" o "La señora que usa ropa de marca y tiene una casa enorme" o "Es el director que siempre va a la moda". Es decir, su personalidad no emana de lo imprescindible, sino de lo prescindible. Lo primero no se compra en ningún lado; lo segundo en cualquiera, si se tiene los medios para hacerlo.

Un amigo muy cercano es multimillonario, pero nosotros lo averiguamos por accidente tras años de conocerlo. Es sencillo, generoso, adaptable a todo y disfruta lo disfrutable. Jamás presume y nunca hace alarde de nada porque tiene muy claro qué cosas son importantes en su vida. Las trampas de la presión social siempre han estado ahí. Caen en ellas quienes no se conocen a sí mismos y tienen una escala de valores centrada en lo social y en su desarrollo han tenido carencias afectivas.

El vacío personal no lo llena ni los armarios repletos, ni los automóviles lujosos, ni las joyas exclusivas, ni los accesorios de lujo.

La satisfacción de los consumidores insaciables no viene de poseer las cosas, sino de presumirlas ante los demás.

¿Tiene usted un teléfono móvil del que sus "amigos" se ríen cuando lo usa?. Ríase con ellos y úselo hasta que guste. ¿Le duelen las burlas? Entonces cambie de amigos, no de teléfono móvil...

lunes, 6 de junio de 2011

De Sal si Puedes a Cervantes

Llegamos a la Porta do Camiño, donde estaba una de las siete puertas de la antigua muralla, por la que suelen entrar los peregrinos del Camino Francés.

Subiendo la Rúa das Casas Reais, nombre que recibía porque las casas que se construyeron en ella eran de propiedad real, hacemos nuestra primera parada en una iglesia que hay a la izquierda: Santa María do Camiño.

Pegado a ella, un callejón nos lleva a uno de esos rincones curiosos de la ciudad, la Ruela de Sae se Podes (Sal si Puedes). Sin duda, el nombre no podía ser más acertado.

Siguiendo camino, encontramos el bello Pazo de Fondevila, frente al cual está la Iglesia das Ánimas, probablemente la única que existe dedicada a las almas del Purgatorio.

Dicen que los autores de la Pasión de Jesús que hay en el interior plasmaron en sus imágenes las caras y expresiones de los vecinos de la zona, algo que no fue de su agrado. Una fuente, coronada con un busto del gran genio del Siglo de Oro, nos indica que llegamos a la Plaza de Cervantes, que tuvo otros nombres como Fonte do Campo, y del Pan, por los mercados que, en otros tiempos, se celebraban allí.

En ella se encuentra la vieja Casa Consistorial de Santiago, la más antigua de Galicia, y la pequeña Iglesia de San Bieito do Campo, de aspecto sobrio y poco valor artístico, debido a la escasez de recursos utilizados en su construcción.

En la Edad Media, esta plaza acogía la picota donde ataban a los condenados, además de ser utilizada por la Inquisición para celebrar sus Autos de Fe.

Sigamos ahora por la Rúa Acibechería (Azabachería).
















Plaza de Cervantes en Santiago de Compostela. Esta plaza es el núcleo principal de la zona alta del casco histórico. Allí nos conducen la práctica totalidad de las calles de su entorno. Antiguamente se la denominaba plaza del Pan o del Campo.

Desde 1840, cuando fue bautizada con su nombre actual de Plaza de Cervantes, una estatua de Cervantes, ilustre escritor, fue colocado allí sobre una alta columna que le sirve de pedestal. A sus pies se puede ver una fuente de piedra de un metro de alto.

domingo, 5 de junio de 2011

Volver a Galilea

"Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado" (Mt 28, 16)

Si quieres gozar la Sabiduría para conocer a Dios, tienes que ir a Galilea; si quieres que los ojos de tu corazón se iluminen para comprender cuál es la esperanza a la que Dios te llama, tienes que ir a Galilea; si quieres pregustar la gloria a la que Dios te convoca, tienes que ir a Galilea; si quieres experimentar la grandeza del poder de Dios que resucita a Jesús de entre los muertos, tienes que ir a Galilea; si quieres encontrarte con Dios que está detrás de ti a cada instante, tienes que ir a Galilea; si quieres descubrir el sabor de la vida que plenifica y realiza al ser humano, tienes que ir a Galilea. ¡Galilea!, donde todo comienza a ser posible, ¡de nuevo!

Si ya estuviste en Galilea y todo se te queda como muy irreal y lejano, como muy abstracto e imposible, como muy viejo y vacío, como muy iluso e impersonal, como muy sabido y pasado, como muy repetitivo y manido... hoy puedes decidirte a volver a Galilea; ¡allí estamos convocados de nuevo! Pero tendrás que dejar Judea y el templo, con su poder y su culto, con su seguridad, para vivir la novedad de lo de siempre, que aún no conoces. Se te regalarán nuevas gracias para subir a todos los montes de nuestra historia: te volverás a desposar con la voluntad de Dios en el Sinaí, adquirirás una "visión" (los ojos de Dios en tu corazón) divina con el sacrificio de tu nuevo hijo en Moria, aprenderás a proclamar con tu vida la Buena Noticia en el Monte de las Bienaventuranzas, verás en el Tabor la presencia de Dios que se te desvela, se te pedirá de nuevo la entrega de tu vida en el Gólgota... Por el camino, en los encuentros, irás realizando la Misión, y la Luz de los ojos de tu corazón te concederá palabras para convocar a todos a Galilea y te dotará de fuerzas para subir una y otra vez al monte, al encuentro con Dios, junto con todos los que te acompañan.

Si lo prefieres, quédate ahí, plantado, mirando al cielo, hasta que pierdas el criterio del tiempo que va a hacer mañana, hasta que confundas el juicio sobre lo que hay que hacer hoy. Pero recuerda "los discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado".


























La Ascensión del Señor - Solemnidad.



























XIX MEDITACIÓN

La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad

LA ASCENSIÓN

Mi amado Jesús después de la Resurrección estuvo aún en la tierra por cuarenta días y continuamente se aparecía a los Apóstoles y a los discípulos para confirmarlos en la fe y para aumentar su certeza en la Resurrección, y cuando no estaba con los Apóstoles permanecía Conmigo en el Cenáculo rodeado por las santas almas que había sacado del Limbo.

Transcurridos los cuarenta días, mi dulce Jesús enseñó por última vez a sus Apóstoles y después de haberme elegido como su Maestra y Guía y de haber prometido el envío del Espíritu Santo, bendiciéndonos a todos tomó el vuelo hacia el Cielo con el cortejo maravilloso de almas por El liberadas.




































LA ASCENCIÓN DEL SEÑOR. Pbro. Lic. José Luis Aguilera Cruz aguileracruz@yahoo.com.mx

"Vayan y enseñen a todas las naciones"

VER AL RESUCITADO.

La experiencia de ver al resucitado debió ser de lo más grande en la experiencia de los apóstoles pues fue la primera predicación, la más importante, en este domingo de la ascensión del Señor leemos el evangelio de san Mateo 28, 16-20; y comienza por recordar la cita del resucitado con los suyos, era en Galilea, en un monte especial, y "Al ver a Jesús, se postraron aunque algunos titubeaban" vv. 16-17; primero que nada aquí vemos que la distancia no importa para ver y encontrarse con la persona amada y eso lo sabe todo aquel que se ha enamorado, pues eso está pasando en el corazón de aquellos hombre y descubrimos también la admiración de esa gente al ver a Jesús, y el titubeo que se refiere a la duda, si esos hombres aún viéndolo dudaban, hoy que mucha gente dude en el resucitado es casi normal, pero si creemos aprovechemos la oportunidad de vivir postrados ante él.

"JESÚS SE ACERCÓ A ELLOS".

Primero es Jesús el que los cita y el que los espera, los once apóstoles ocurren a la cita con el Señor, pero estando ellos, es él el que se acerca a ellos, Jesús nunca se va dejar ganar en generosidad en ninguno de los aspectos, si tú das algo por él, él te da más, si te acercas a él, él se acerca a ti todavía más, y se acerca tanto que casi es nuestra propia conciencia, nuestra propia voz, por eso las personas que más oran que más tienen esa intimidad con el Señor son las más llenas de él de su amor, de sus ideas, y así valoramos al Beato Juan Pablo II, y a la gran madre Teresa de Calcuta que el 20 de diciembre del 2002 el nuevo beato, el Papa Juan Pablo II, aprobó los decretos sobre la heroicidad de las virtudes de Madre Teresa. Ellos fueron cercanos a Dios y en ellos Dios se nos acercó a nosotros.

"ME HA SIDO DADO TODO PODER".

La semana pasada reflexionábamos sobre la autoridad de Jesús, que él ahora es el que pone los mandamientos y por lo tanto es a él a quien debemos obedecer, y hoy encontramos el porqué, volvemos al AT. y descubrimos que el todo poderoso es Yahvéh, es el que creó el mundo con su sola palabra, el que envió sus diez palabras, es decir el decálogo, los diez mandamientos, pero ahora Jesús con su palabra sanará a los enfermos, dominará la tormenta, resucita a los muertos, por eso ahora es Jesús el que manda sus mandamientos, ahora son dos mandamientos, ambos en relación al amor, pero ¿porqué? Porque el Padre Dios todo poderoso le ha concedido todo poder, y en consecuencia ahora él debe ser obedecido, las palabras que a continuación dice Jesús son su testamento, son su despedida.

ENSEÑEN, BAUTICEN Y ESTARÉ CON USTEDES.

Tomando en cuenta que Jesús tiene todo el poder en el cielo y en la tierra, ahora sus mandatos tienen carácter de obligatorio. El resucitado en el momento de subir a los cielos nos deja su último mandato: "Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he enseñado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo" vv. 19-20; lo que Jesús dijo a su pequeña iglesia en aquel monte en Galilea ahora es para todos los bautizados en su nombre, tanto tú como yo tenemos que obedecer a nuestro maestro y amigo, tenemos que levantarnos de nuestra postración e ir a llevar la palabra de Jesús a otros y no solamente la palabra, también los sacramentos y la vida nueva.
















Vídeo de Juan Segura para elcantarodesicar.com en la solemnidad de la Ascensión del Señor. Canción "Subió a los cielos" del álbum "Al tercer día".

sábado, 4 de junio de 2011

Atardeceres del Alma

Para el gran público la pintura de Munch está muy asociada con su célebre El grito y las obras que pintó en torno a la desesperación y el desgarro del alma humana, aunque en la carrera artística del pintor noruego hay cuadros muy luminosos en los que el juego de la luz permite crear atmósferas de gran intimismo. Es el caso de esta hermosa pintura con la que Munich juega con los planos horizontal y vertical que dan mayor fuerza al contraste de la luz con la camisa de la joven y el vaso de evanescente transparencia que está situado cerca de ella. Munich pintó en un atardecer a la joven con las manos entrelazadas y la mirada perdida, sentada en un extremo de la cama con el fin de resaltar un sentimiento de soledad. Con ello, logró dar a su figura una atmósfera de dulce pesimismo. Hace un tiempo me dieron a leer un poema sobre la soledad que dice así: «La soledad del alma es/ Reír; cuando todos lloran/ Llorar; cuando todos ríen/ Reír; sintiendo pena/ Llorar; con nuestros propios poemas». Este poema describe con gran precisión la insoportable sensación de los que experimentan la amargura de la soledad, del dolor interior que atenaza el alma. A lo largo de nuestra vida son muchas nuestras caídas, los momentos de flaqueza, las crisis espirituales y humanas debidas a la ausencia de una mirada de cariño o un gesto de ayuda, a la indiferencia de nuestro entorno, a la rutina, a la falta de eficacia, a la crisis de identidad, al divorcio o la separación de un matrimonio, a la enfermedad, a los problemas económicos o a las dificultades del ambiente. Pero ante todas estas dificultades que parecen imposibles de remontar, no podemos lamentarnos o postrarnos. Ofrezcamos el sufrimiento al Señor, pidámosle que nos ayude en la lucha contra la apatía y la tristeza del vacío y de la superficialidad; que nos de fuerzas para afrontar este combate espiritual que doblegue la desesperanza y la desilusión. La actitud de un verdadero hijo de Dios no radica en resignarse ante una trágica desventura, sino en buscar soluciones para lanzarse por todos los caminos de la vida.












ORACIÓN:

Dios todopoderoso, ayúdame a aceptar con paciencia y alegría las adversidades de cada día. Por tu bondad infinita, por tu amor y poder, bajo tu amparo y tu guía, hazme ser fuerte ante los sufrimientos que me vengan.

viernes, 3 de junio de 2011

La Huéspeda o la Güestia (León)

Este era un mozo de Albares de la Ribera, en el Alto Bierzo leonés, que presumía de ser el más valiente de su comarca. La gente hablaba de que, en una fuente llamada del Cubillo, a la que se atribuían extrañas propiedades y en torno a la cual la gente se reunía a contar historias, no podía irse porque uno podía encontrarse con la Huéspeda. Es la Huéspeda la comitiva de almas en pena que camina entre la niebla por las noches, avisando a quien ha de morir o suplicando oraciones de los vivos para que sus penas se alivien. Pues la Huéspeda, a la que en otros lugares del norte de España llaman Güestia o Santa Compaña, está formada por almas condenadas a vagar por el mundo hasta que sus culpas se les perdonen. Y dicen quienes se han encontrado con ella que, delante de la Huéspeda, va una figura de más altura que las otras con una cruz de madera, detrás otra con un caldero de agua bendita y el hisopo para lanzarla, otras con faroles que son tibias encendidas y una última –cerrando la estremecedora procesión- con una campanilla que es lo primero que se oye cuando la Huéspeda se acerca.

El mozo hizo una apuesta con otros muchachos del pueblo –que empezaron a picarle con que no se atrevería a pasar una noche en la fuente- porque no creía en tales cosas y hasta llegó a decirles que, si se encontraba a «los huéspedes», ya se encargaría de molerles las espaldas a palos, porque eran habladurías de viejas sobre monjes disfrazados de fantasmas para atemorizar a la gente y conseguir más donativos para la iglesia. De nada sirvió que los más mayores le advirtieran de que una muchacha que tuvo que cruzar el paraje de noche hacía unos años volvió despavorida al pueblo, como si hubiera envejecido de repente, y murió poco después.

Se encaminó el mozo hacia el fatídico lugar, al atardecer de un día de invierno, y no había llegado aún cuando vio a lo lejos, bajando por la sierra de San pedro, unas luces que avanzaban titubeantes. Las luces empezaron a moverse a una endiablada velocidad en dirección a él, primero eran veinte o treinta, pero luego parecían muchas más. Creyó ver miles de ellas volteando sobre su cabeza y, entonces, el joven echó a correr sin recato hasta que alcanzó el puente del río en donde, al observar que las luminarias le cercaban por todos los lados, se tiró al suelo tapándose el rostro con sus manos. Alí estaba –tumbado en tierra- cuando oyó una voz que decía:

-¿Lo tiramos aquí?
Y, después, escuchó otra que exclamaba:
-¡Esperad, yo lo conozco!

Se incorporó el mozo cuando la figura, que era la que cerraba la comitiva tocando la campanilla, y parecía sólo un resplandor de luz, se adelantó a todos los demás y se dirigió a él diciendo:

-¿No eres tú Vitín, el hijo de Andrés y Gloria?
Y le dio todas las señas de su familia.
A lo que el mozo asintió aterrorizado.

-Yo soy tu tío y padrino y por eso te vas a salvar. Nunca jamás vuelvas a hacer una apuesta que eso será tu perdición como lo fue la mía, que perdí todo lo que tenía y me ahorqué de aquel árbol de allí delante. Por tal causa estoy condenado a deambular por estas montañas hasta el fin de los tiempos.

El espectro más grande, al que llaman Estadea o Estadiña, se acercó al mocetón –que temblaba como un niño- y añadió en tono amble:

-Necesitarás una luz para encontrar tu casa. Toma este cirio que alumbrará tus pasos.

El muchacho emprendió el camino de regreso, pero nada más dejó de ver las luces de la Huéspeda detrás, se fijó en el cirio y –al mirarlo- lanzó un tremendo grito de terror soltando aquel extraño farol en el acto: lo que llevaba en su mano era un hueso humano ardiendo como una tea.

Le pareció oír carcajadas fantasmales tras de sí y salió corriendo, tropezando y volviendo a levantarse, hasta llegar al pueblo. Durante muchos días fue incapaz de articular palabra y al final sólo dijo:

-Ahora que estamos vivos
convidamos, como amigos,
pero cuando estemos muertos
nos mantendremos de higos
que cojamos por los huertos.

Y esto sería lo único que volvería a decir Vitín –repitiéndolo una y otra vez- en lo que le restó de vida.

La huéspeda de ánimas, sobre la que existen abundantes relatos en la tradición oral leonesa, viene a corresponderse con la Güestia asturiana y la Santa Compaña de tierras de Galicia. Todas estas palabras designan la aparición de una procesión de almas en pena, aunque parece que la huéspeda –sin ser precisamente un buen presagio- no resulta tan dañina como las otras comitivas, ya que suele limitarse a «propiciar augurios de muerte a los caminantes, que durante la noche se topan con ella» o a hacer «visitas a los enfermos de gravedad, anunciándoles su próximo fallecimiento» (Rúa Aller y Rubio Gago 1986: 45).

La etimología de estos términos remite a huest antigua –denominación ya documentada en el siglo XIII-, a la que estaría también ligado el vocablo, aparentemente posterior, de estantigua, que significa igualmente visión fantasmal y pavorosa. Pero la estantigua es verdaderamente una hueste o ejército furioso, convocado por el diablo, y la huestia o la huéspeda sólo una procesión de ánimas a las que se cree condenadas. Suele aceptarse que todos estos términos proceden de la construcción latina hostis antiqüus, «el viejo enemigo», que es como los Padres de la Iglesia llamaban al demonio, dado que de hostis deriva justamente la palabra «hueste». Sin embargo, se han propuesto otras etimologías, como la de Constantino Cabal que relacionaba a la estantigua con la estadea que encabeza las comitivas fantasmales y a ambas con el «estadal» sobre el que se sostienen las velas o las «estatuas» que representan a los muertos (Cabal 1988: 201-202).

Las distintas versiones sobre este tipo de apariciones coinciden en describirlas con las características y diversas figuras que recojo en mi texto: aspectos que, por otro lado, se corresponden con los que resultarían propios de cualquier procesión de simples mortales. Así, Rúa Aller y Rubio Gago –a los que he seguido preferentemente en la reelaboración de esta leyenda- se refieren a las cinco ánimas que acostumbran a componer la huéspeda como personajes que llevan bien un cirio, bien un estandarte, un hisopo, un farol o una campanilla (Rúa Aller y Rubio Gago 1986: 46).

Prácticamente los mismos elementos que aparecen en la narración que –al respecto- ofrece Merino (2005: 217).

A veces, entre las ánimas que van en procesión hay una que reconoce al desdichado o desdichada que topa con ella y eso es lo que salva la vida al caminante, como le ocurrió a un pastor del Bierzo:

«En Quilós cuentan que un pastor se durmió una noche en el campo y las ánimas le olieron cuando pasaban, porque todas las noches andan por los pueblos y los campos haciendo su ronda; al pobre pastor iban a llevárselo con ellas, pero entre las ánimas iba la madrina del pastor que le reconoció y le salvó» (Alonso Ponga y Diéguez Ayerbe 1984: 244).

Con frecuencia también los muertos dan al encontradizo un cirio que no es sino «un pedazo de hueso humano ardiendo», como sucede en el relato sobre una costurerita de Libardón, en el partido asturiano de Colunga, que le contaron a García de Diego y este autor recoge en su Antología (García de Diego 1958: 316); o el cirio se convierte en cadáver, según refiere otra narración asturiana que recopila García de Diego acerca del mismo asunto (García de Diego 1958: 285-286).

Pero –como ocurre con otros aparecidos- parece que también en estos casos se daba el fraude, ya como broma para ahuyentar a propios y extraños, ya como forma de amedrentar a las gentes y poder, así, manipularlas mejor. De una y otra modalidad proporcionan ejemplos Alonso Ponga y Diéguez Ayerbe, consignando –más en concreto- ciertas insistentes habladurías del Bierzo en relación con la segunda de ellas:

«Cuentan en Tremor de Arriba que por las noches de invierno venían desde el convento de Cerezal una procesión de ánimas con las capuchas puestas y velas encendidas en las manos, llegaban hasta el pueblo y se acercaban a la casa de algún vecino fallecido recientemente y decían a sus herederos que si no cedían tal o cual finca al convento el alma del finado no saldría del infierno» (Alonso Ponga y Diéguez Ayerbe 1984: 244).

Pero la creencia en estos fantasmas itinerantes que vienen de remotos tiempos no se reduce a una pervivencia de aldeas leonesas, asturianas o gallegas; Pedrosa y Moratalla transcriben distintas versiones –localizadas en lugares tan distantes como Madrid o Almería- que han sido relatadas por jóvenes estudiantes de ahora mismo. En una de ellas, la referencia las ánimas resulta tan lejana que se llama a la procesión «Santa Comparsa». No obstante, lo sustancial de la narración permanece: nosotros podemos ser la próxima alma que reciba un cirio de los encapuchados y se vea obligada a vagar con ellos hasta que podamos pasar la misma vela a alguien que nos reemplace:

«…si, tranquilamente, esa noche paseas por la calle y oyes los tambores tocando canciones fúnebres, debes echar a correr, pues si tú los ves, no te ocurre nada, pero si ellos te ven a ti, aparecerás con una vela junto a ellos, y eso indicará que has llegado a la otra vida» (Pedrosa y Moratalla 2002: 150-151).