domingo, 5 de septiembre de 2010

Ser discípulo de Jesús es identificarse con él

Jesús va camino de Jerusalén, mucha gente lo acompañaba, y él siente la necesidad de hacer algunas aclaraciones.

(Imagina una concentración de religiosidad popular, masiva: Imaginaos la Iglesia de San Pedro cuando trajeron la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, lleno totalmente; imaginaos la traída de la Virgen del santuario, con "mil jóvenes" corriendo; imaginaos la Iglesia completamente llena en una fiesta o medio llena como hoy).

En este contexto Jesús quiere hacer una aclaración: "Si alguno se viene conmigo y no pospone a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser discípulo mío... El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío".

¿Qué tal suena? Un poco fuerte, exigente, radical. No nos dice el evangelista nada de cómo reaccionó la gente, ¿se volverían atrás?

Es que seguir a Jesucristo no es un barniz decorativo que uno se da por fuera, no es una costumbre social que hemos hecho tradición, no es un seguimiento "light", no es una religión a la carta, en la que uno escoge lo que quiere y lo demás lo deja olvidado.

Seguir a Jesucristo es una opción personal, que supone reconocer a Dios como el valor central de la vida, y que poco a poco produce una identificación progresiva con la vida y los valores de Dios. No se hace un cristiano en un día.

En concreto las lecturas de este domingo nos vienen a decir que seguir a Jesucristo es:

1ª Lectura: Es conocer, con la ayuda del Espíritu, el designio de Dios. "¿Qué hombre conoce el designio de Dios, quién comprende lo que Dios quiere; quién si tú no le das la sabiduría enviando tu santo Espíritu? El plan de Dios no es otro que su Reino, la presencia de sus valores entre los hombres para construir un mundo mejor.

2ª Lectura: Es vivir la fraternidad. En el cristianismo no cabe otra relación entre las personas. La lectura nos contaba como San Pablo le pide a Filemón que trate a Onésimo como hermano y no como esclavo.

Evangelio: Posponer a la familia, incluso a uno mismo, las riquezas y tomar la cruz. Planteado desde un punto de vista positivo, se podría decir así: El valor fundamental, primero, en tu vida, debe ser Dios. Repasa tu escala de valores, ¿qué es lo más importante en tu vida? ¿en dónde buscas la felicidad?... Si el centro de toda tu vida es Dios y sus criterios, desde ahí puedes vivir la realidad de la familia como semilla de la Iglesia y del Reino, puedes vivir tu propia vida como entregada a unos ideales y no a ti mismo, puedes vivir tu relación con las riquezas como una manera de hacer realidad el destino universal de lo bienes, puedes tomar la cruz como una forma de identificarte con Cristo...

Vamos a mirarnos personalmente, o en conjunto en la parroquia, o en cualquiera de sus hermandades o cofradías, en cualquier grupo de jóvenes, y nos podemos preguntar: ¿Todo lo que hacemos, en principio por Dios, lo hacemos desde los valores y los criterios de Dios? ¿Se ve en nuestras acciones la justicia, la misericordia, la mansedumbre, el desprendimiento de los bienes, la reconciliación, el perdón, la fraternidad, la comunión...?; ¿se ve en nuestras acciones el bien común por encima de los intereses partidistas, la ilusión por construir el Reino de Dios?

Si la respuesta a estas preguntas más bien fuera no que sí tendríamos que plantearnos seriamente nuestro seguimiento de Jesucristo.

Si la respuesta más bien fuese sí que no, tendríamos que animarnos a continuar por ese buen camino.

Pues que el Señor nos ilumine en nuestra vivencia del cristianismo para que cada vez nos asemejemos más a su Hijo Jesús.


















Meditación en vídeo, de Juan Segura, para elcantarodesicar.com sobre el evangelio del 5 de septiembre de 2010. Imágenes de Madrid.

















23º DOMINGO ORDINARIO. Pbro. Lic. José Luis Aguilera Cruz aguileracruz@yahoo.com.mx

"El que no renuncie a sus bienes"

LOS NO DISCÍPULOS DE JESÚS.

En literatura se llama inclusión cuando un palabra, frase, oración o idea está al inicio y al final de un texto, esto también puede ayudar a entender que todo lo que está en medio de una inclusión forma un texto en sí mismo, es un párrafo que puede ser analizado o interpretado, en el texto de san Lucas 4, 25-33, de este domingo encontramos como inclusión la idea de los no discípulos de Jesús de los que no pueden ser sus discípulos, a principio no puedes ser discípulos de Jesús los que no lo prefieren a él sobre padre, madre, esposa, hijos, hermanos, más aún a sí mismos. Y al final de nuestro evangelio no pueden ser sus discípulos los que no renuncien a todos sus bienes. Por analogía los que sí pueden ser sus discípulos serán aquellos que si renuncian a padre, madre, esposa, en una palabra toda la familia y también los que renuncian a todos sus bienes.

OTRO NO DISCÍPULO.

En el texto encontramos que tampoco pueden ser discípulos de Jesús los que no cargan con su cruz. Dice : "El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo" v. 27. Mientras anteriormente Jesús habla de renuncia a los suyos v. 26 y a los bienes v. 33, ahora habla de aceptar dos cosas: la cruz y Jesús, cargar la cruz y seguir a Jesús. Un discípulo de Jesús renuncia a aquello y acepta esto; y todo por el premio de ser discípulo de Jesús. El párrafo de este domingo inicia con la nota del escritor sagrado: "Caminaba con Jesús una gran muchedumbre" v. 25. Pero no todo el que camina con él es su discípulo sino aquella persona que acepta esas condiciones. Pero esas condiciones aunque las dijo Jesús hace casi 2000 años, hoy siguen teniendo vigencia, no todos los que estamos en la Iglesia un domingo somos sus discípulos, sino el que es capaz de renunciar a los suyos y a los bienes y de cargar la cruz y seguir el pensamiento de Jesús.

DOS PARÁBOLAS.

En nuestro texto encontramos dos parábolas. La del hombre que construye una torre y debe calcular antes el costo para poder terminarla, la moraleja sería si no vas a poder construirla, no te metas a construir vv. 28-30 y la del rey que va hacer la guerra a otro rey pero lleva menos hombres que su enemigo y si se pone a pensar en lugar de hacer la guerra e ir directo a la derrota mejor va a hablar con el enemigo para entablar la paz vv. 31-32; ambas parábolas exigen de sus protagonistas que acepten su realidad y renuncien a sus propósitos pues no van a logran uno levantar la torre y el otro vencer a su enemigo. Así de simple en la vida real siempre nos está pidiendo aceptar y renunciar en un matrimonio ambos tienen que aceptar a su pareja con todos sus defectos y parientes pero han de renunciar también a su vida de solteros. Aceptar y renunciar es de cada día.

EL EVANGELIO HOY.

Así también a nosotros hoy se nos pide que aceptemos a Jesús, su doctrina, toda su escala de valores todo ello vivido en nuestros ambientes, por ejemplo la vivencia de la fidelidad conyugal, de la honestidad en el trabajo y en el uso de los bienes económicos, la justicia en la educación de los hijos y en el trato con los trabajadores, la defensa de la verdad que nos hace libres, etc. que todo esto sería cargar la cruz y seguir a Jesús; como la renuncia a vicios, fraudes, al mal uso de todos los dones que el Señor nos ha dado, a la pereza, a la indiferencia religiosa, en fin, hoy sigue como antes Jesús recordando que si no lo aceptamos a él y si no renunciamos a lo que nos separa de él no podemos ser sus discípulos. ¿O es que estamos tan picados de este mundo que ya no nos interesa ser discípulos de Jesús?