lunes, 11 de noviembre de 2013

lunes, 2 de septiembre de 2013

domingo, 2 de junio de 2013

Corpus Christi

EVANGELIO
                               "Comieron todos y se saciaron."
 
Lectura del santo Evangelio según San Lucas.  (Lc 9,11b-17.)
 
    En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar a la gente del Reino de Dios, y curó a los que lo necesitaban.
 Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle: -Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.
 El les contestó: -Dadles vosotros de comer.
 Ellos replicaron: -No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío. (Porque eran unos cinco mil hombres.)
 Jesús dijo a sus discípulos: -Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.
 Lo hicieron así, y todos se echaron.
 El, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
Tu pan se multiplica y nos multiplica las fuerzas para amar

Palabra del Señor.

Corpus Christi

Rodeado de aquellos que vinieron a escuchar, Jesús les habla sobre el Reino de Dios pues, para eso había venido al mundo. Sus discursos, sus parábolas, sus milagros, no eran más que mostrar más claramente en qué consiste el Reino que Dios tiene preparado para aquellos que le aman y siguen sus mandatos.

Cansados y agotados por el camino, el viaje y la jornada, los discípulos querían despedir a todos aquellos que habían saboreado el pan de la Palabra. Sin embargo el corazón de Jesús se conmueve, incluso al poner a prueba a sus propios discípulos pidiéndoles que fueran ellos los que les dieran de comer. Para un número tan significativo de gente, aquellos pocos panes y peces quedaban ridículos; pero por su palabra ahora repartieron lo que tenían.

Pronunciando de nuevo una acción de gracias y elevando sus ojos al Padre, por quien había venido al mundo, aquellos pocos panes fueron más que suficientes para saciar a la multitud. Un pan que nos anticipaba el banquete eterno de la Eucaristía y la donación total de Cristo a la humanidad.

Hoy la Iglesia celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo; en la fiesta del Corpus Christi la Iglesia revive el misterio del Jueves santo a la luz de la Resurrección. Nos sentamos de nuevo a la mesa de la Palabra de Jesús, el Pan de la Vida, escuchamos su mensaje de liberación que es la venida del Reino de Dios y nos alimentamos de su mismo Cuerpo y Sangre. ¡Qué misterio tan glorioso y qué motivo tan grandioso para darle gracias a Dios!

La finalidad de esta comunión, de este alimentarnos del mismo Jesús, de este comer, es la de asemejar nuestra vida a la suya, pareciéndonos cada día un poco más a nuestro único Maestro. Cada vez que nos alimentamos de su Cuerpo y Sangre es Él mismo quien habita dentro de nosotros y nos da la fortaleza necesaria para ser sus testigos.

La Eucaristía es el sacramento central de nuestra fe, aquél hacia el que confluye toda la vida cristiana, puesto que no somos nada alejados de su fortaleza. Es Cristo mismo quien se convierte en alimento eterno para nosotros, que se entrega y se dona gratuitamente para que conozcamos la inmensidad que se nos ha preparado en el Reino de Dios.

En esta solemnidad, nuestras miradas se alzan agradecidas a Dios que ha querido quedarse para siempre entre nosotros en un poco de pan y vino; alimentémonos y cojamos las fuerzas suficientes para que su Palabra cale en nosotros y su Espíritu mueva nuestros corazones.



lunes, 8 de abril de 2013

domingo, 17 de marzo de 2013

domingo, 3 de marzo de 2013

martes, 26 de febrero de 2013

Cuaresma 2.0




Proyecto animado por Red Misión, es una animación flash que invita a hacer un parón en este tiempo de Cuaresma. Pincha y enlaza en la imagen

domingo, 27 de enero de 2013

domingo, 13 de enero de 2013

Después del bautismo de Jesús, el cielo se abrió

EVANGELIO
                                   "Después del bautismo de Jesús, el cielo se abrió."

Lectura del santo Evangelio según San Lucas.

        En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías él tomó la palabra y dijo a todos: -Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
        En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: -Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.

Palabra del Señor. 

Juan con agua, Jesús es fuego
      Lc 3,15-16.21-22    El ciclo de Navidad concluye con el Bautismo del Señor; conocemos la historia del Bautista y la misión que se le había encargado de señalar al cordero que quita el pecado del mundo. Toda la gente, como podemos leer en este evangelio, estaba a la expectativa. Pero quizá equivocados, al pensar que Juan podría ser el Mesías.

        Ya desde su concepción, Juan había mostrado signos de alegría al encontrarse con Jesús; así lo notamos en la visitación de la Virgen a su prima Isabel; esto nos prepara para entender el evangelio que hoy leemos; Juan se alegra de señalar a Cristo entre los hombres, está lleno de gozo y alegría.

        Sin embargo, el Bautista tiene muy clara su misión: empequeñecer para que sea exaltado el Mesías; había nacido para señalar a Cristo entre los hombres y para anunciar un bautismo de conversión. Así lo deja claro y patente con sus palabras. Yo os bautizo con agua, pero quien viene detrás de mí os bautizará con Espíritu Santo y fuego.

        Un calificativo puede englobar a Juan el bautista: humilde; nada más lejos de su pretensión el sobresalir o querer apropiarse de honores que no le correspondían; ni siquiera era digno de desatarle las correas de las sandalias. Humilde y postrado ante el que había de venir, Juan empequeñece para resaltar la figura de Jesús.

        Y llega el momento del comienzo de la vida pública de Jesús: su bautismo; entre todos los que llegaban hasta Juan para aprender y escuchar sus palabras y mensajes, aparece Cristo, el cordero que quita el pecado del mundo, Aquél a quien estaba Juan de presentar a los demás, puesto que para eso había venido al mundo, para ser el precursor.

        Después de ser bautizado y en oración, el Espíritu Santo desciende sobre Él y la voz del Padre confirma que Cristo es su Hijo. Una nueva manifestación y epifanía de Dios a los hombres. En aquella escena comenzaba la misión de Jesús: anunciar el Reino de Dios.

        Comienza ahora un camino por recorrer hasta Jerusalén; comienza la historia que nos narran los evangelistas de ir al lugar donde hombre y Dios se encuentran de nuevo, ofreciendo la nueva vida desde el altar de la cruz.