jueves, 28 de abril de 2011

La familia, una casa de oración

Esta Sagrada Familia –a la que yo tengo un cariño especial por su humanismo, dulzura y colorido-, fue un encargo del comerciante Domenico Canigiani a Rafael con motivo de su boda con Lucrecia Frescobaldi en 1507. En ella, el pintor Sandio reforzó las diagonales y las líneas zigzagueantes para logar que las miradas de los personajes confluyeran entre sí y se pudiera crear un efecto de perspectiva en profundidad. La imagen central presenta la figura de los niños que juegan con una filacteria, mientras son observados por María, que los contempla con esa humanidad propia de la Virgen, mientras san José y santa Isabel dialogan con sus miradas que irradian dulzura. Detrás, el paisaje típico rafaelesco, con edificaciones fantaseadas y montañas transparentes. Rafael da a la composición un aire elegante manifestado en los sobrios paños ceñidos al cuerpo de los tres personajes adultos, con el fin de acentuar su anatomía. Esta familia de Rafael es comunidad de armonía. Sus miembros demuestran que tienen esa auténtica relación con Dios que exige conversión personal y apertura a su misterio. Es una familia que transmite felicidad, confianza y optimismo, dones que cada día hemos de pedir a Dios, especialmente en estos tiempos de zozobra. El ser humano sólo puede encontrar su pleno desarrollo, su verdadera riqueza, en el núcleo familiar. La familia, en el contexto de una verdadera comunión de amor, tiene que ser ese lugar privilegiado donde se infunda la pedagogía de la paz y del amor, del respeto y de la entrega, de la generosidad y del desprendimiento, de la transmisión de la fe y el testimonio de la vida cristiana. La familia, ante todo, debe ser una casa de oración.












ORACIÓN:

Sagrada Familia de Nazaret, enséñanos el recogimiento, la interioridad; danos la disposición de escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad del trabajo de reparación, del estudio, de la vida interior personal, de la oración, que sólo Dios ve en secreto; enséñanos lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza simple y austera, su carácter sagrado e inviolable.