miércoles, 27 de octubre de 2010

Saber Escuchar

Brueghel, el pintor flamenco más destacado del siglo XVI, realizó su famoso cuadro Proverbios flamencos de descarnado realismo, que constituye un minucioso y detallado documento sobre la vida cotidiana en una aldea holandesa de su época. Es una obra de juventud de la que no nos interesa ni la estructura, ni la combinación de colores ni el perfecto trabajo de profundidad que posee. El pintor quiso ofrecer 118 proverbios populares que retratan con crudeza actos hipócritas y falsos con seres extraños y turbios. Pero entre toda esta amalgama de gentes, entre tanta ociosa actividad, me he fijado en una escena donde surge la figura de dos mujeres que mantienen, aparentemente, una apacible conversación entre tanto griterío y movimiento.

Esta escena es trasladable a los tiempos actuales. Hoy, entre tantas preocupaciones, angustias y ocupaciones, las prisas nos atenazan. Tenemos tanto que hacer, tantas cosas que solventar, que nos hemos olvidado de saber escuchar. Digo saber escuchar que no es lo mismo que escuchar. Para saber escuchar ha de existir primero silencio interior. Saber escuchar es comprender en qué punto se encuentra el otro en su camino de búsqueda, en sus problemas o en su felicidad. Saber escuchar requiere paciencia, entrega y generosidad. Para saber escuchar se ha de estar disponible y aceptar a las personas tal y como son. El silencio se ofrece por amor porque de lo que se trata es que quien comunica sienta acercamiento, acogimiento y respeto. Saber escuchar es disfrutar, incluso, de lo más insignificante de la conversación pero si uno no se sabe escuchar a si mismo difícilmente podrá escuchar a los demás.













ORACIÓN:


Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las criaturas están llenas de tus perfecciones, para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.