
Después ascendían al Monte do Gozo, desde donde contemplaban una hermosa vista de la ciudad y la catedral. El gozo que sentían al ver su meta es lo que termina dándole nombre a este monte.
San Francisco de Asís peregrinó a Compostela hacia 1213 y tuvo una visión en la que el Apóstol Santiago le pidió que fundara un convento en esa localidad.
San Francisco se instaló en una ermita cerca del monte Pedroso, y por allí vivía un humilde carbonero llamado Cotolay, a quien el santo encargó la construcción. El carbonero no sabía cómo iba a llevar a cabo aquel trabajo, pues era extremadamente pobre y no disponía de recursos para afrontar aquella empresa. Pero el santo se limitó a pedirle que le acompañara a buscar el lugar donde iniciar la obra. Escogieron un terreno conocido por el nombre de “o Val do Inferno”, propiedad de un monasterio cercano y acordaron con el abad el pago de un cesto de peces cada año a cambio de la propiedad. Después se acercaron a una fuente que manaba en aquel terreno y San Francisco ordenó a Cotolay que excavara un hoyo. En él apareció un cofre lleno de oro y riquezas, gracias al cual Cotolay pudo cumplir el encargo, levantó el convento y aún le sobró dinero para vivir él durante el resto de su vida.
Imágenes de estos lugares del Camino de Santiago