jueves, 29 de julio de 2010

Lavacolla, El Monte do Gozo y Cotolay

Antiguamente, cuando el Camino estaba a punto de llegar a su fin, los peregrinos acostumbraban a parar en un arroyo que pasa por la localidad de Lavacolla, donde aprovechaban para bañarse. Dicen que de ahí viene, precisamente, el nombre de la localidad.

Después ascendían al Monte do Gozo, desde donde contemplaban una hermosa vista de la ciudad y la catedral. El gozo que sentían al ver su meta es lo que termina dándole nombre a este monte.

San Francisco de Asís peregrinó a Compostela hacia 1213 y tuvo una visión en la que el Apóstol Santiago le pidió que fundara un convento en esa localidad.

San Francisco se instaló en una ermita cerca del monte Pedroso, y por allí vivía un humilde carbonero llamado Cotolay, a quien el santo encargó la construcción. El carbonero no sabía cómo iba a llevar a cabo aquel trabajo, pues era extremadamente pobre y no disponía de recursos para afrontar aquella empresa. Pero el santo se limitó a pedirle que le acompañara a buscar el lugar donde iniciar la obra. Escogieron un terreno conocido por el nombre de “o Val do Inferno”, propiedad de un monasterio cercano y acordaron con el abad el pago de un cesto de peces cada año a cambio de la propiedad. Después se acercaron a una fuente que manaba en aquel terreno y San Francisco ordenó a Cotolay que excavara un hoyo. En él apareció un cofre lleno de oro y riquezas, gracias al cual Cotolay pudo cumplir el encargo, levantó el convento y aún le sobró dinero para vivir él durante el resto de su vida.













Imágenes de estos lugares del Camino de Santiago