martes, 8 de diciembre de 2009

Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María

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María Inmaculada es sonrisa de victoria, medicina antiestrés, estímulo para la autosuperación. Es llamada que despierta nuestra primera vocación, la de ser semejantes a Dios, la de ser como Dios.









TODA HERMOSA, MARIA





Si; Dios te quiso así.
Toda para El y bien dispuesta
Sin mancha ni hueco para la duda
Llena de hermosura, pero más por dentro,
y no como a veces, nosotros, miramos por fuera
¡TODA HERMOSA! ¡QUE HERMOSA ERES MARIA!
¿Qué riqueza dejaste ante el Dueño de todo?
¿Cómo embelesaste al Creador?
¿Con que voz le respondiste?
Desde el día de tu nacimiento, Dios, puso su dedo en Ti:
te protegió y te guió
te preservó y te cuidó
te miró y, con amor solícito, te mimó.
¡TODA HERMOSA! ¡QUE HERMOSA PARA DIOS!
Se fijó en Ti, por el vestido de tu obediencia
Se enamoró de Ti, por las joyas de tu sencillez
Se prendó de tu Ti, por el rostro de tu fe
Le cautivaste, con el vestido de tu pobreza
¡TODA HERMOSA, EN EXCLUSIVO,
FUISTE PARA EL SEÑOR!
Se quedó en Ti, por la pureza de tu pensamiento
Se sonrió a Tï, por la pureza de tu inocencia
Se limitó a Ti, porque supiste amar como nada ni nadie
¡TODA HERMOSA, MARIA, PARA DIOS!
Tu privilegio, exenta de todo pecado
Tu gracia, pura antes y después de tu alumbramiento
Tu secreto, ser fiel a Dios hasta el final
Tu intercesión, las súplicas de tus hijos e hijas
¡TODA HERMOSA, TODA HERMOSA, MARIA!
En Ti, Nueva Eva, recuperamos la belleza,
el amor sin fisuras, la transparencia en las miradas,
la armonía con Dios y con la naturaleza…
todo aquello que, el pecado, por nuestros padres
nos había arrebatado.
¡Gracias, María y Madre!

J. Leoz