En algún lugar próximo a la localidad de Nájera, también en tierras de La Rioja, tuvo lugar otro curioso episodio relacionado con Carlomagno.
Sucedió que cuando estaban las tropas del emperador a punto de enfrentarse a las huestes musulmanas, éstos propusieron al soberano franco evitar la lucha, haciendo que se enfrentara en combate uno de sus hombres contra el gigante Ferragut, un descendiente de Goliat que luchaba en las filas musulmanas.
Aquel coloso se fue enfrentando uno a uno a los pares de Francia, los más valerosos caballeros del ejército franco, derrotándolos a todos, hasta que le llegó el turno de enfrentarse a Roldán, sobrino del emperador.
Tras una larga y dura lucha, cuando llegó la noche, el combate no se había decidido aún a favor de ninguno de los dos. Decidieron entonces, en un acto de nobleza, hacer una tregua para descansar y seguir al día siguiente.
Durante la noche, los dos rivales entablaron una conversación, en el transcurso de la cual, el gigante se vanaglorió de que nadie había conseguido vencerle, porque nadie conocía su punto débil, el ombligo.
Al amanecer de día siguiente, tuvo lugar una fuerte discusión sobre cuál era la auténtica religión, y de nuevo se volvieron a enfrentar ambos contendientes, en esta ocasión a muerte. Pero ahora Roldán conocía la debilidad de su contrincante, por lo que, sin dudarlo un momento, agarró una lanza y se la clavó en el ombligo, terminando con la vida del temido gigante.
Sucedió que cuando estaban las tropas del emperador a punto de enfrentarse a las huestes musulmanas, éstos propusieron al soberano franco evitar la lucha, haciendo que se enfrentara en combate uno de sus hombres contra el gigante Ferragut, un descendiente de Goliat que luchaba en las filas musulmanas.
Aquel coloso se fue enfrentando uno a uno a los pares de Francia, los más valerosos caballeros del ejército franco, derrotándolos a todos, hasta que le llegó el turno de enfrentarse a Roldán, sobrino del emperador.
Tras una larga y dura lucha, cuando llegó la noche, el combate no se había decidido aún a favor de ninguno de los dos. Decidieron entonces, en un acto de nobleza, hacer una tregua para descansar y seguir al día siguiente.
Durante la noche, los dos rivales entablaron una conversación, en el transcurso de la cual, el gigante se vanaglorió de que nadie había conseguido vencerle, porque nadie conocía su punto débil, el ombligo.
Al amanecer de día siguiente, tuvo lugar una fuerte discusión sobre cuál era la auténtica religión, y de nuevo se volvieron a enfrentar ambos contendientes, en esta ocasión a muerte. Pero ahora Roldán conocía la debilidad de su contrincante, por lo que, sin dudarlo un momento, agarró una lanza y se la clavó en el ombligo, terminando con la vida del temido gigante.