Estamos en el domingo V del tiempo ordinario. Después de escuchar las bienaventuranzas, en el domingo anterior, hoy se nos dice que la misión de los cristianos en el mundo es ser sal de la tierra y luz del mundo.
"Vosotros sois la sal de la tierra"
Es bonita vocación. La sal es la gracia de la vida. Da gusto a los alimentos y preserva de la corrupción. Dadas las cosas como están, creo que el mundo necesita montañas de sal. Hablamos siempre de la corrupción imperante y de la falta de limpieza. Nos quejamos, porque en todos los campos y ambientes encontramos algún olor a podrido.
Los discípulos de Jesús están llamados a ser sal. Y somos muchos. ¿Qué hacemos, pues, con nuestra sal? Pueden suceder dos cosas:
o que las guardemos en nuestros hermosos saleros
o que nuestra sal se haya desvirtuado.
La respuesta más fácil es que la sal se queda para nosotros, para nuestras reuniones y celebraciones, para nuestras catequesis y nuestros libros. La guardamos en los saleros de nuestras iglesias y sacristías, en nuestras casas y recintos privados. ¿No tendremos que revisar nuestros compromisos cristianos, compromisos que han de llegar a la familia, la cultura, la política, la sociedad? Nos quejamos de lo mal que van las cosas en la sociedad, pero nos limitamos a eso, a lamentarnos y, si acaso, a rezar. Los cristianos no son del mundo, pero han de estar en el mundo, quiere decir en sus instituciones, en sus asociaciones, en sus movimientos, en sus partidos, en sus centros... en todas las plataformas en que se juegue la vida de las personas.
Así lo decía Juan Pablo II a los obispos españoles en una visita ad limina: "En el ámbito social se va difundiendo también una mentalidad inspirada en el laicismo, ideología que lleva gradualmente, de forma más o menos consciente, a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública". No hay que entender una condena del Gobierno actual, sino una constatación de la sociedad española. Por otro lado, desgraciadamente, no es una novedad.
Naturalmente que una entrega en esta sociedad exige valentía, sacrificio, preparación. Sabemos que para que la sal surta efecto, tiene que irradiar su energía hasta deshacerse, hasta dejar de ser. Tiene que morir para que lo otro viva. No es nada fácil.
Si la respuesta es que la sal se ha vuelto sosa, entonces el problema es más hondo, es cuestión de ser no de actuar. Si la sal se ha corrompido, se necesita un milagro, volver a nacer.
"Vosotros sois la luz del mundo"
La luz es otro símbolo universal, lleno de expresividad y belleza. Nos expresa una realidad que dignifica y compromete. ¡Eres luz! Pues que lo seas. Combate las tinieblas y la oscuridad del mundo. Superar a las tinieblas no se hace con gritos y lamentaciones, sino encendiendo lámparas.
La luz no es para guardarla, sino para ponerla en lo alto y que ilumine. Si cada cristiano fuese una lámpara encendida en un lugar visible - 1.400 millones de lámparas encendidas -, ¿verdad que el mundo sería más bello?
La luz del cristiano está en su fe: puede ofrecer verdades, seguridades, valores. En su esperanza: puede mostrar ideales, razones para vivir y luchar, sentido a la vida y a las cosas. En su caridad: más que una luz, es una hoguera; enseña el misterio de la vida y su verdad, el camino de la felicidad, la fuerza en la que se apoya la convivencia y que mueve y hace crecer el mundo.
Ama y brillarás, como dice la primera lectura: "Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo y no te cierres a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora... Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía". Y dice el texto del evangelio: "Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo".
La luz del cristiano está en el Evangelio, en las Bienaventuranzas. La luz del cristiano está en Cristo. Por eso la luz del cristiano no es propia, sino que la recibe del sol, Cristo. Cuanto más unido a Cristo, más fuego y más luz.
Nuestra luz puede ser individual o de grupo, de institución, de comunidades, de iglesias. Hay, en verdad, luces muy hermosas, ejemplos muy brillantes. No terminaríamos de decir. Pero las tinieblas siguen siendo temibles y poderosas. Todos necesitamos cargar bien nuestras pilas. Puede que las tinieblas nos rechacen y quieran apagar nuestra luz. Muchas veces lo intentan, como hicieron con Cristo. Pero nuestra misión es clara. Lo que tenemos que hacer es revestirnos de las armas de la luz.
Que el Señor sazone nuestra sal e ilumine nuestra luz para que su misión continúe en nuestro mundo.
"Vosotros sois la sal de la tierra"
Es bonita vocación. La sal es la gracia de la vida. Da gusto a los alimentos y preserva de la corrupción. Dadas las cosas como están, creo que el mundo necesita montañas de sal. Hablamos siempre de la corrupción imperante y de la falta de limpieza. Nos quejamos, porque en todos los campos y ambientes encontramos algún olor a podrido.
Los discípulos de Jesús están llamados a ser sal. Y somos muchos. ¿Qué hacemos, pues, con nuestra sal? Pueden suceder dos cosas:
o que las guardemos en nuestros hermosos saleros
o que nuestra sal se haya desvirtuado.
La respuesta más fácil es que la sal se queda para nosotros, para nuestras reuniones y celebraciones, para nuestras catequesis y nuestros libros. La guardamos en los saleros de nuestras iglesias y sacristías, en nuestras casas y recintos privados. ¿No tendremos que revisar nuestros compromisos cristianos, compromisos que han de llegar a la familia, la cultura, la política, la sociedad? Nos quejamos de lo mal que van las cosas en la sociedad, pero nos limitamos a eso, a lamentarnos y, si acaso, a rezar. Los cristianos no son del mundo, pero han de estar en el mundo, quiere decir en sus instituciones, en sus asociaciones, en sus movimientos, en sus partidos, en sus centros... en todas las plataformas en que se juegue la vida de las personas.
Así lo decía Juan Pablo II a los obispos españoles en una visita ad limina: "En el ámbito social se va difundiendo también una mentalidad inspirada en el laicismo, ideología que lleva gradualmente, de forma más o menos consciente, a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública". No hay que entender una condena del Gobierno actual, sino una constatación de la sociedad española. Por otro lado, desgraciadamente, no es una novedad.
Naturalmente que una entrega en esta sociedad exige valentía, sacrificio, preparación. Sabemos que para que la sal surta efecto, tiene que irradiar su energía hasta deshacerse, hasta dejar de ser. Tiene que morir para que lo otro viva. No es nada fácil.
Si la respuesta es que la sal se ha vuelto sosa, entonces el problema es más hondo, es cuestión de ser no de actuar. Si la sal se ha corrompido, se necesita un milagro, volver a nacer.
"Vosotros sois la luz del mundo"
La luz es otro símbolo universal, lleno de expresividad y belleza. Nos expresa una realidad que dignifica y compromete. ¡Eres luz! Pues que lo seas. Combate las tinieblas y la oscuridad del mundo. Superar a las tinieblas no se hace con gritos y lamentaciones, sino encendiendo lámparas.
La luz no es para guardarla, sino para ponerla en lo alto y que ilumine. Si cada cristiano fuese una lámpara encendida en un lugar visible - 1.400 millones de lámparas encendidas -, ¿verdad que el mundo sería más bello?
La luz del cristiano está en su fe: puede ofrecer verdades, seguridades, valores. En su esperanza: puede mostrar ideales, razones para vivir y luchar, sentido a la vida y a las cosas. En su caridad: más que una luz, es una hoguera; enseña el misterio de la vida y su verdad, el camino de la felicidad, la fuerza en la que se apoya la convivencia y que mueve y hace crecer el mundo.
Ama y brillarás, como dice la primera lectura: "Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo y no te cierres a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora... Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía". Y dice el texto del evangelio: "Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo".
La luz del cristiano está en el Evangelio, en las Bienaventuranzas. La luz del cristiano está en Cristo. Por eso la luz del cristiano no es propia, sino que la recibe del sol, Cristo. Cuanto más unido a Cristo, más fuego y más luz.
Nuestra luz puede ser individual o de grupo, de institución, de comunidades, de iglesias. Hay, en verdad, luces muy hermosas, ejemplos muy brillantes. No terminaríamos de decir. Pero las tinieblas siguen siendo temibles y poderosas. Todos necesitamos cargar bien nuestras pilas. Puede que las tinieblas nos rechacen y quieran apagar nuestra luz. Muchas veces lo intentan, como hicieron con Cristo. Pero nuestra misión es clara. Lo que tenemos que hacer es revestirnos de las armas de la luz.
Que el Señor sazone nuestra sal e ilumine nuestra luz para que su misión continúe en nuestro mundo.
Los cristianos estamos llamados a iluminar el mundo con la luz del amor y la misericordia y a dar sentido a la vida con la sal de la esperanza y la fe.
5º DOMINGO ORDINARIO. Pbro. Lic. José Luis Aguilera Cruz aguileracruz@yahoo.com.mx
"Vosotros sois sal de la tierra."
EN CONTEXTO.
El texto evangélico que leemos en este domingo (Mt 5, 13-16) es el pasaje que sigue inmediatamente después de las bienaventuranzas (Mt 5, 1-12), por lo que entendemos que viene en el mismo contexto de la invitación a los seguidores de Jesús a ser diferentes, a actuar en la vida sin dejarse llevar por las ideas que propone en mundo. Jesús trae otras propuestas a sus seguidores, el pasaje de este domingo es una invitación a ser líderes en el ambiente donde viven, por eso el ejemplo de ser sal y luz, por lo tanto hoy Jesús está dando a los suyos una misión. Si leemos los últimos versículos de las bienaventuranzas, nos daremos cuenta que este evangelio se sitúa en tiempos de persecución, hubieron dos muy fuertes en esos tiempos: la de Nerón del 64-68 d.C. y la de Domiciano del 81-96 d.C. aquí se invita a ser líderes aún en esos tiempos.
SER SAL PAR EL MUNDO.
Arriba yo decía que es una invitación de Jesús, pero más que una invitación es una especie de aclaración de términos. Jesús define a su seguidor como la sal, no dice los invito a ser sal sino "Vosotross sois sal de la tierra" v. 13, como cuando le dice a Simón "Tú eres Pedro..." por lo tanto para un seguidor de Jesús, ser sal, ser un líder es parte de su naturaleza. por lo tanto ¡¡¡Escúchenme todos!!! "VOSOTROS SOIS SAL DE LA TIERRA; SI LA SAL SE VUELVE INSÍPIDA, ¿CON QUÉ SE LE DEVOLVERÁ EL SABOR? YA NO SIRVE PARA NADA Y SE TIRA A LA CALLE PARA QUE LA PISE LA GENTE" v. 13. Esta sentencia de Jesús debe estar grabada en oro en nuestro corazón para que no la olvidemos. Yo te pregunto ¿de verdad eres en tu familia o en tu ambiente de trabajo el que le da el sabor de Jesús? ¿O no sirves para nada?
SER LA LUZ DEL MUNDO.
El ejemplo de la luz tiene dos causes, el primero es sobre la ciudad construida en lo alto de un monte y el segundo de la brillantez de la luz en sí. Pero ambos tienen el mismo resultado que no se debe esconder. Una ciudad que está en lo alto no puede pasar desapercibida, aquí se refiere a la ciudad de Jerusalén que está construida en el monte Síon, y que se veía el templo desde todos los puntos cardinales, algo así como el Cristo Glorioso de Chiapas que está en lo alto del cerro del Matumactzá, y no se puede esconder, sino que la podemos ver desde distintos puntos de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, y que se está construyendo para que precisamente se vea desde muchos lugares. Así debe ser el seguidor de Jesús, debe ser visto y ser notado, no por puro y vano protagonismo sino para ser ejemplo de vida para los demás.
"SI SE VUELVE INSÍPIDA".
Tenemos una misión, dar a conocer cómo es una persona que cree y sigue a Jesús, pero si no somos ejemplo, si al contrario somos escándalo para los demás, es lo más triste que nos puede suceder, Jesús dice "Ya no sirve para nada" v. 13; de aquí la urgencia de ser hombres y mujeres íntegros católicos de una pieza, ejemplo de vida familiar, de vida social, ejemplo de político, de profesionista, de sacerdote; porque estamos a la vista de todos y si no es así el que sale perdiendo es Jesús, pues muchos ya no creerán en él por culpa nuestra. Es bueno tomar decisiones profundas en este día delante del Señor.
"Vosotros sois sal de la tierra."
EN CONTEXTO.
El texto evangélico que leemos en este domingo (Mt 5, 13-16) es el pasaje que sigue inmediatamente después de las bienaventuranzas (Mt 5, 1-12), por lo que entendemos que viene en el mismo contexto de la invitación a los seguidores de Jesús a ser diferentes, a actuar en la vida sin dejarse llevar por las ideas que propone en mundo. Jesús trae otras propuestas a sus seguidores, el pasaje de este domingo es una invitación a ser líderes en el ambiente donde viven, por eso el ejemplo de ser sal y luz, por lo tanto hoy Jesús está dando a los suyos una misión. Si leemos los últimos versículos de las bienaventuranzas, nos daremos cuenta que este evangelio se sitúa en tiempos de persecución, hubieron dos muy fuertes en esos tiempos: la de Nerón del 64-68 d.C. y la de Domiciano del 81-96 d.C. aquí se invita a ser líderes aún en esos tiempos.
SER SAL PAR EL MUNDO.
Arriba yo decía que es una invitación de Jesús, pero más que una invitación es una especie de aclaración de términos. Jesús define a su seguidor como la sal, no dice los invito a ser sal sino "Vosotross sois sal de la tierra" v. 13, como cuando le dice a Simón "Tú eres Pedro..." por lo tanto para un seguidor de Jesús, ser sal, ser un líder es parte de su naturaleza. por lo tanto ¡¡¡Escúchenme todos!!! "VOSOTROS SOIS SAL DE LA TIERRA; SI LA SAL SE VUELVE INSÍPIDA, ¿CON QUÉ SE LE DEVOLVERÁ EL SABOR? YA NO SIRVE PARA NADA Y SE TIRA A LA CALLE PARA QUE LA PISE LA GENTE" v. 13. Esta sentencia de Jesús debe estar grabada en oro en nuestro corazón para que no la olvidemos. Yo te pregunto ¿de verdad eres en tu familia o en tu ambiente de trabajo el que le da el sabor de Jesús? ¿O no sirves para nada?
SER LA LUZ DEL MUNDO.
El ejemplo de la luz tiene dos causes, el primero es sobre la ciudad construida en lo alto de un monte y el segundo de la brillantez de la luz en sí. Pero ambos tienen el mismo resultado que no se debe esconder. Una ciudad que está en lo alto no puede pasar desapercibida, aquí se refiere a la ciudad de Jerusalén que está construida en el monte Síon, y que se veía el templo desde todos los puntos cardinales, algo así como el Cristo Glorioso de Chiapas que está en lo alto del cerro del Matumactzá, y no se puede esconder, sino que la podemos ver desde distintos puntos de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, y que se está construyendo para que precisamente se vea desde muchos lugares. Así debe ser el seguidor de Jesús, debe ser visto y ser notado, no por puro y vano protagonismo sino para ser ejemplo de vida para los demás.
"SI SE VUELVE INSÍPIDA".
Tenemos una misión, dar a conocer cómo es una persona que cree y sigue a Jesús, pero si no somos ejemplo, si al contrario somos escándalo para los demás, es lo más triste que nos puede suceder, Jesús dice "Ya no sirve para nada" v. 13; de aquí la urgencia de ser hombres y mujeres íntegros católicos de una pieza, ejemplo de vida familiar, de vida social, ejemplo de político, de profesionista, de sacerdote; porque estamos a la vista de todos y si no es así el que sale perdiendo es Jesús, pues muchos ya no creerán en él por culpa nuestra. Es bueno tomar decisiones profundas en este día delante del Señor.
Reflexión de Juan Segura (Pbro.) sobre el evangelio de la sal y la luz, para elcantarodesicar.com en el domingo 6 de febrero de 2011.