El verdadero problema que se debe resolver aquí no es sólo querer hacer una obra armoniosa, un hermoso conjunto perfectamente equilibrado... sino lograrlo mediante el matrimonio de la materia y el espacio, mediante la unión de formas reales e imaginarias, obtenidas y sugeridas gracias a puntos establecidos o perforaciones, y, como la ley natural del amor, confundirlos hasta hacerlos inseparables, como lo están el cuerpo y el espíritu.