Hostal de los Reyes Católicos |
Volviendo de nuevo al Obradoiro, sobre el túnel por el que accedimos a la plaza y pegado a la cara norte de la Catedral, está el Palacio de Gelmírez.
Este Palacio Arzobispal, importante obra del Románico civil, lo hizo construir el Arzobispo Gelmírez cuando fue destruido el antiguo durante la revuelta popular de 1117.
Los salones interiores del palacio contienen grabadas en sus piedras curiosas escenas de la vida cotidiana de la época, entre las que ya aparece representado uno de los manjares más tradicionales de la cocina gallega: la empanada.
Desde el Palacio, a la derecha, vemos el Hostal de los Reyes Católicos. Se empezó a construir en 1501, por orden de estos monarcas, como Hospital Real para peregrinos. Para costear la obra, se redactó una bula papal por la que se concedían indulgencias a los que contribuyeran con un donativo.
En su portada plateresca, una obra de arte sobre la piedra, aparecen, entre otros, Adán y Eva, los doce Apóstoles y los reyes grabados en dos medallones sobre la puerta. Entre la Virgen y Jesucristo, está la ventana del Aposento Real que los monarcas utilizaron durante sus estancias en la ciudad.
Una preciosa cadena labrada sobre piedra, recorre la cornisa salpicada de bellas gárgolas de figuras extravagantes.
Otra cadena, pero de hierro, sujeta por altos pilares de piedra, delimita el territorio real, de modo que si un huido de la justicia eclesiástica quería acogerse a la justicia del rey, le bastaba con rebasar la cadena para encontrarse a salvo.
En definitiva, otra bella obra para una plaza, que veía como “aterrizaba” en ella uno de sus arzobispos… en el s. XIII.