viernes, 18 de marzo de 2011

En el origen, una lluvia de estrellas

Es muy probable que la mejor manera de empezar este libro sea remontándonos a los orígenes de esta ciudad y conocer así un poco de su historia. Para ello, hay que retroceder en el tiempo hasta el siglo IX, una conflictiva época en la que gran parte de la Península Ibérica se encontraba invadida por los musulmanes.

En el norte, algunos territorios habían conseguido resistir la invasión y había surgido el reino de Asturias, del que formaban parte las tierras que nos ocupan, las de Galicia.

En este contexto, corría el año 813, cuando un ermitaño llamado Pelagio presenció un extraordinario acontecimiento: una lluvia de estrellas que parecía caer sobre un campo cercano al bosque conocido como Libredón.

Sin más dilación, Pelagio se presentó ante Teodomiro, obispo de Iria Flavia, para darle cuenta del extraño suceso.

Cuando el obispo y su séquito llegaron al lugar, encontraron tres tumbas ocultas entre la maleza. El altar que cubría una de ellas daba idea de su importancia y los textos que aparecieron inscritos no dejaban lugar a la duda: se trataba de los restos mortales del Apóstol Santiago y sus dos discípulos Atanasio y Teodoro.

Algunas teorías apuntan a que, por esa razón, el término “compostitum tellus”, que significa cementerio, es el que daría lugar al nombre de la ciudad que creció alrededor de tan importante descubrimiento: Compostela.

Sin embargo, parece más probable que su origen esté en el nombre por el que, desde entonces, fue conocido aquel lugar: “Campus Stellae”, es decir, el Campo de la Estrella.



















Esta es la tumba del Apostol Santiago en la Catedral de Santiago de Compostela.