Cristo camino del Calvario con la Cruz a cuestas. Es un camino repleto de aflicción y de dolor. Es Dios quién sufre y quién está a punto de morir. La Cruz se convierte en el trono de su realeza. Y ese peso doloroso Jesús lo lleva por ti y por mí. ¿Y dónde estoy yo mientras Él nos entrega su corazón?.
El Camino de la vida está surcado de dificultades, de deshonras, de calumnias, de enfermedad, de soledad, de tristeza, de desesperanza. En definitiva, de dolor.
Con el peso del dolor el ser humano puede actuar sólo de dos maneras: aceptándolo con amor, entereza, generosidad y sencillez, mirando a Cristo, viviendo unido a la Cruz, y aceptando voluntariamente la tribulación; o con rechazo, con amargura, y con vacilación.
Tan grande fue el amor de Cristo por los hombres que fue capaz de llevar por sí solo la Cruz de nuestros pecados. Cuando vaciles, la respuesta es la cruz. Cuando las aflicciones te hagan mella, la respuesta es la Cruz. Cuando el dolor te invada, lleva con entereza tu cruz.
La Cruz es un signo de redención, una oportunidad para superarnos como personas, para santificar el dolor, para unirlo a la voluntad divina, para aumentar el valor de nuestro sufrimiento.
Recuérdalo, ante el dolor no estás solo. Está la Cruz de Cristo. Acepta con entereza las pequeñas cruces que se interponen cada día en tu camino y evita pasar con indiferencia en el dolor de quienes te rodean.
Desde el punto de vista iconográfico, esta pintura pertenece a un conjunto de dieciséis tablas que el maestro de Osma realizó para el retablo de la capilla de san Ildefonso – en la actualidad de las Reliquias – de la catedral de El Burgo de Osma. Siguiendo el estilo tradicional del gótico hispano flamenco, la tabla Camino del Calvario presenta a una multitud enervada portando armas – grupo que ocupa el espacio central – mientras empujan y zarandean a un Cristo humillado con la Cruz a cuestas. El griterío es ensordecedor. El Señor ante la dificultad por mantener el equilibrio, está a punto de caer al suelo. La Virgen, san Juan y las santas mujeres aparecen detrás de la figura del Señor. Es interesante en esta pintura observar un hecho poco habitual en el arte dedicado a la Pasión de Cristo, y es que María ha sido pintada ayudando a su Hijo a llevar la Cruz, porque este pasaje no aparece narrado en los textos canónicos.
El Camino de la vida está surcado de dificultades, de deshonras, de calumnias, de enfermedad, de soledad, de tristeza, de desesperanza. En definitiva, de dolor.
Con el peso del dolor el ser humano puede actuar sólo de dos maneras: aceptándolo con amor, entereza, generosidad y sencillez, mirando a Cristo, viviendo unido a la Cruz, y aceptando voluntariamente la tribulación; o con rechazo, con amargura, y con vacilación.
Tan grande fue el amor de Cristo por los hombres que fue capaz de llevar por sí solo la Cruz de nuestros pecados. Cuando vaciles, la respuesta es la cruz. Cuando las aflicciones te hagan mella, la respuesta es la Cruz. Cuando el dolor te invada, lleva con entereza tu cruz.
La Cruz es un signo de redención, una oportunidad para superarnos como personas, para santificar el dolor, para unirlo a la voluntad divina, para aumentar el valor de nuestro sufrimiento.
Recuérdalo, ante el dolor no estás solo. Está la Cruz de Cristo. Acepta con entereza las pequeñas cruces que se interponen cada día en tu camino y evita pasar con indiferencia en el dolor de quienes te rodean.
Desde el punto de vista iconográfico, esta pintura pertenece a un conjunto de dieciséis tablas que el maestro de Osma realizó para el retablo de la capilla de san Ildefonso – en la actualidad de las Reliquias – de la catedral de El Burgo de Osma. Siguiendo el estilo tradicional del gótico hispano flamenco, la tabla Camino del Calvario presenta a una multitud enervada portando armas – grupo que ocupa el espacio central – mientras empujan y zarandean a un Cristo humillado con la Cruz a cuestas. El griterío es ensordecedor. El Señor ante la dificultad por mantener el equilibrio, está a punto de caer al suelo. La Virgen, san Juan y las santas mujeres aparecen detrás de la figura del Señor. Es interesante en esta pintura observar un hecho poco habitual en el arte dedicado a la Pasión de Cristo, y es que María ha sido pintada ayudando a su Hijo a llevar la Cruz, porque este pasaje no aparece narrado en los textos canónicos.
ORACIÓN:Oh Señor, tú conoces la intimidad oculta de mi vida. Tú sabes mis secretos. Tú aleteas con los brazos unidos al madero. ¡Oh valor que convida a levantarse puro sobre el suelo! Concédenos tu abundante gracia.