jueves, 13 de enero de 2011

La felicidad está en disfrutar lo que Dios nos da

En 1574 el príncipe regente Francesco de’ Medici encargó a Bronzino la realización de esta alegoría de la felicidad. El pintor manierista realizó un fresco elegante donde la felicidad aparece en el centro –coloreada- acompañada de la justicia y la prudencia. A sus pies aparecen el tiempo y la fortuna, mientras se nos hace ver como el destino se halla humillado ante su presencia. El fresco se completa, en la parte superior, con la gloria –que sostiene una corona de laurel- y la fama –tocando la trompeta-. Todo en este cuadro triunfal pero a nosotros nos invita a una reflexión. No hay felicidad para el hombre que disfrutar del fruto de su trabajo. Porque esto también viene de la mano de Dios. Y a se dice en el Eclesiastés. Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo: hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de abrazar, y tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer…

Dios ha hecho las cosas apropiadas para cada tiempo; ha puesto afán en los corazones, sin que el hombre alcance a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

Es lógico que no haya cosa mejor para el hombre que alegrarse y disfrutar de la vida y del trabajo. Pero por mucha gloria y fama que uno tenga no debe olvidar que eso, también, es un don de Dios.
















ORACIÓN:

Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, concede a tus fieles la verdadera alegría, para que quienes han sido librados de la esclavitud del pecado alcancen también la felicidad eterna.