Santo Domingo de Guzmán
Gregorio Fernández (1576- 1636).
Talla policromada.
Medidas: 187 x 110 x 70 cm. (sin contar peana). Iglesia conventual de San Pablo, PP. Dominicos, Valladolid.La talla pertenece al proyectado retablo mayor de la Iglesia de San Pablo, cuyo contrato concertaron Francisco Velázquez y Melchor de Beya con Gregorio Fernández en 1626 y que por diversas causas no se llevó a feliz término. La escultura preside la capilla lateral izquierda, dedicada a Santo Domingo, junto al presbiterio.
La policromía que presenta ha sido alterada modernamente, desapareciendo las orlas de piedras preciosas fingidas, que lucían en el hábito dominicano de acuerdo al contrato. La obra corresponde a la segunda etapa del maestro.
La figura representa la "Ascensión o Gloria de Santo Domingo". Se posa encima de unos bancos redondeados de nubes sobre una pequeña peana. Desde aquí se inicia un movimiento ascensional que recorre por todo su cuerpo en tensión espiritual. Arranca desde el mismo pie izquierdo, donde el Santo apoya con fuerza para dar impulso al vuelo, mientras que el pie derecho queda oculto entre los paños del hábito. Este movimiento se comunica a toda la escultura, camina a través de los pliegues quebrados de los ropajes, pasa por la mano derecha y adquiere su máxima expresión ascensional en la mano izquierda enarbolando a Cristo en la cruz y cabeza de Domingo. La anatomía del cuerpo humano prácticamente desaparece, sólo es visible en la cabeza y las manos. La explosión de formas ahuecadas y construidas a su concepto escultórico y la ampulosidad de los ropajes es tal, que la materia sensible queda anulada. Allí, donde se hace presente, consigue su máxima expresividad.
La cabeza emerge con impetuosa gallardía y fuerza entre las telas, dentro de un triángulo equilibrado realista, donde las manos quedan semiocultas por la densidad plástica del atuendo talar. El realismo del rostro y las manos contrastan con el tratamiento constructivista y quebradizo de los paños. La cabeza queda algo empequeñecida con respecto al volumen total de la figura, y ayuda a la elevación con la actitud de su mirada. La tonsura clerical ciñe su cabeza y se prolonga en una barba rectangular y bigote pronunciados.
En el centro de la frente le ha clavado el símbolo de la estrella. La mano derecha hace el gesto de mantener algún elemento entre sus dedos.
El estilo de Gregorio Fernández se caracteriza por el convencionalismo en la utilización de las telas, que las modela con abultadas oquedades para producir un acusado claroscuro y efecto de contraste barroco. Adquiere protagonismo el tratamiento naturalista de los pliegues angulosos y plisados de telas quebradas, lo mismo que las masas ahuecadas y ampulosas que envuelven toda su figura. La insistencia del modelado en los paños de la parte baja de la túnica y escapulario, quedan contagiados por el movimiento hacia arriba. Su planteamiento estilístico acusa la cercanía de los escultores de la Escuela Flamenca del siglo XV en Castilla la Vieja.
Gregorio Fernández (1576- 1636).
Talla policromada.
Medidas: 187 x 110 x 70 cm. (sin contar peana). Iglesia conventual de San Pablo, PP. Dominicos, Valladolid.La talla pertenece al proyectado retablo mayor de la Iglesia de San Pablo, cuyo contrato concertaron Francisco Velázquez y Melchor de Beya con Gregorio Fernández en 1626 y que por diversas causas no se llevó a feliz término. La escultura preside la capilla lateral izquierda, dedicada a Santo Domingo, junto al presbiterio.
La policromía que presenta ha sido alterada modernamente, desapareciendo las orlas de piedras preciosas fingidas, que lucían en el hábito dominicano de acuerdo al contrato. La obra corresponde a la segunda etapa del maestro.
La figura representa la "Ascensión o Gloria de Santo Domingo". Se posa encima de unos bancos redondeados de nubes sobre una pequeña peana. Desde aquí se inicia un movimiento ascensional que recorre por todo su cuerpo en tensión espiritual. Arranca desde el mismo pie izquierdo, donde el Santo apoya con fuerza para dar impulso al vuelo, mientras que el pie derecho queda oculto entre los paños del hábito. Este movimiento se comunica a toda la escultura, camina a través de los pliegues quebrados de los ropajes, pasa por la mano derecha y adquiere su máxima expresión ascensional en la mano izquierda enarbolando a Cristo en la cruz y cabeza de Domingo. La anatomía del cuerpo humano prácticamente desaparece, sólo es visible en la cabeza y las manos. La explosión de formas ahuecadas y construidas a su concepto escultórico y la ampulosidad de los ropajes es tal, que la materia sensible queda anulada. Allí, donde se hace presente, consigue su máxima expresividad.
La cabeza emerge con impetuosa gallardía y fuerza entre las telas, dentro de un triángulo equilibrado realista, donde las manos quedan semiocultas por la densidad plástica del atuendo talar. El realismo del rostro y las manos contrastan con el tratamiento constructivista y quebradizo de los paños. La cabeza queda algo empequeñecida con respecto al volumen total de la figura, y ayuda a la elevación con la actitud de su mirada. La tonsura clerical ciñe su cabeza y se prolonga en una barba rectangular y bigote pronunciados.
En el centro de la frente le ha clavado el símbolo de la estrella. La mano derecha hace el gesto de mantener algún elemento entre sus dedos.
El estilo de Gregorio Fernández se caracteriza por el convencionalismo en la utilización de las telas, que las modela con abultadas oquedades para producir un acusado claroscuro y efecto de contraste barroco. Adquiere protagonismo el tratamiento naturalista de los pliegues angulosos y plisados de telas quebradas, lo mismo que las masas ahuecadas y ampulosas que envuelven toda su figura. La insistencia del modelado en los paños de la parte baja de la túnica y escapulario, quedan contagiados por el movimiento hacia arriba. Su planteamiento estilístico acusa la cercanía de los escultores de la Escuela Flamenca del siglo XV en Castilla la Vieja.