sábado, 22 de agosto de 2009

Tres Besos


Con besos saludamos a los familiares y amigos. Besos de encuentros y besos de despedidas. Besos y risas, besos y lágrimas. Besos apasionados y besos traicioneros. Besos de Pedro y besos de Judas.

Recuerdo un funeral. Estábamos enterrando a una abuelita y la nieta, entre sollozos, balbuceaba: ¿Quién me dará besitos ahora?

Al beso le sobran todos los adjetivos. Todos los besos son actos de trascendencia. Expresión de nuestra indigencia y de nuestra necesidad del OTRO.

Yo confieso que echo de menos los besos de bienvenida y despedida dominicales. Besos y risas en el día del Señor. Aquí, en Soria, hasta los buenos días andan escasos. Y es que somos pobres hasta en el saludo.

La liturgia, rica en símbolos, no ha omitido los besos.

Beso al Altar

El altar, ara sagrada, mesa santa, recibe el primer beso del celebrante. A la mesa del banquete con su mantel blanco, sus velas y sus flores le faltaría algo si no fuera saludada como cualquier otro huésped.

Besar el Altar, signo de amor y respeto, es besar a Cristo. Sobre la mesa del pan y del vino descansará la realidad velada y sacramental del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Es el primer beso de la fiesta. Nos introduce en un ámbito de amor y de familia. Prólogo de una fiesta amorosa y fraternal.

Beso al Libro

Cada domingo, abrimos el Libro, la Biblia. Nos contamos la historia de nuestra fe. Dejamos que nos penetre el mensaje y sentir nuestros corazones regocijase por la palabra viva de ayer y de hoy.

Todos estamos en el Libro. Todos somos protagonistas de esa historia.

Al cerrarlo besamos el Libro. Besamos a Cristo, mensajero y mensaje.

Beso santo al Libro de la Vida y al Señor de la Vida.

Beso al Hermano

Cuanto más ricos y mejor situados estamos menos necesitamos a los otros y al Otro.

El Sr. Trump, magnate de la construcción y, el nuevo Astor americano, no da la mano para no contagiarse con los virus ajenos.

El amor en los tiempos del sida ha de hacerse con asepsia total.

En la fiesta de la Eucaristía hemos recuperado algo insólito y bíblico, el beso de la paz. "Saludaos los unos a los otros con el beso santo". (Romanos 16,16)

Pablo exhorta a los hermanos a algo más que una inclinación, un apretón de manos, un reconocimiento de la presencia de un prójimo. Nos exhorta a besar a un Cristo santo o pecador.

Sólo las persona normales dan besos santos. No tienes que poner ni ponerte "adjetivos raros" cuando cumplas este mandato del apóstol.

Tres besos a Cristo presente en el Altar, en el Libro y en el Hermano, Hermana.

El domingo es el día de los tres besos santos.

Los besos de las telenovelas y de las alcobas los dejo para otros más expertos.

Siempre recuerdo a una feligresa que, al entrar en el templo, besaba la puerta y el suelo de la iglesia. Sabía que entraba en el recinto de los besos santos.

A todos, simplemente, un beso.