El retablo de Santa Quiteria, abogada de la rabia y de la locura, caracterizará la tendencia del gótico hispano-flamenco, que genera una pintura mucho más naturalista.
El segundo de los retablos procede de la antigua iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, situada a la entrada de la villa de Alquézar. Es de tamaño mediano y está dedicada a Santa Quiteria, virgen y mártir. Se atribuye al pintor Juan de la Abadía el Viejo, documentado en la ciudad de Huesca entre 1471 y 1498, destacado representante del gótico hispano-flamenco.
Consta de banco de cinco casas, y cuerpo de tres calles, las laterales de dos pisos y de uno la central.
En el banco se representa de izquierda a derecha y en posición sedente, Santa Catalina de Alejandría, la Virgen María, Cristo saliendo del sepulcro con la ayuda de un ángel, San Juan evangelista y Santa Bárbara.
El cuerpo del retablo lo preside la imagen de Santa Quiteria, como joven princesa, con la palma del martirio y un libro en la mano: se acompaña en su lado derecho por un hombre postrado a sus pies encadenado y con las manos metidas en un cepo, su símbolo personal como abogada contra la rabia y la locura.
En las cuatro escenas distribuidas, dos a dos, en las calles laterales, se representan pasajes de la leyenda de Santa Quiteria, iniciándose el relato en la parte superior de la calle lateral izquierda para terminar en la parte inferior de la calle lateral derecha.
En la primera, Santa Quiteria recupera el tesoro de las iglesias que había sido arrojado al río por orden del rey Lentimano; éste arrepentido, lo devuelve y distribuye entre los pobres.
En la segunda, Santa Quiteria encarcelada, bendice a un grupo de fieles que se acercan a la ventana de su celda.
En la tercera, Santa Quiteria, ya decapitada, avanza hacia el trono donde está su padre, el malvado rey Catillio, con la cabeza entre las manos; y en la cuarta y última, un grupo de fieles imploran ayuda por la intervención del cuerpo de la santa, enterrado en un suntuoso sepulcro.