miércoles, 25 de marzo de 2009

Oración por la vida

Oh María,
aurora del mundo nuevo,
Madre de todos los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira Madre el número inmenso
de niños a quíenes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas
de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia o
de una presunta piedad.

Haz que quienes creen en tu hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.

Alcánzales la gracia de acogerlo
como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo
con solícita constancia, para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de DIOS creador
y amante de la vida. Amén.


Juan Pablo II.



TU ROSTRO


Jesús, he buscado tu rostro en los acontecimientos de mi vida, te he buscado en lo que veo y en lo que mis ojos no llegan a ver, en lo que entiendo o dudo desde la razón, en lo que se mueve en mi corazón.


Jesús, tu rostro a veces se me ha difuminado, no he distinguido tu expresión, es como una nube que a veces te envuelve y cubre el camino entre tú y yo.


¿Habrá sido esa nube lo profundo de mi corazón que no te llega a alcanzar? ¿Será que se me empaña el alma cuando no te encuentro tal y como yo te quiero encontrar?.


Espero pacientemente que esa nube pase y me deje descubrirte en lo profundo. Tu figura borrosa me dice que estás detrás, esperándome, atento a mis pasos, mirándome sin que te vea.


Jesús, los días grises nos ayudan a valorar la grandeza del sol, de la luz, de tu paso por nuestra vida."Después de la oscuridad llega la calma"y detrás de las nubes tus ojos me miran con bondad.


Tu rostro se va aclarando a medida que mi corazón se abre a Ti. Te encuentro dentro de mí. Te encuentro en mi vida y en el acontecer diario. Te encuentro en las personas que caminan a mi lado, en aquellas que son parte de mi y también desean hallarte.


Tú no te escondes a nuestros ojos, tan solo nos haces ver que más allá de lo que vemos está tu mano de Padre y Amigo. Tus brazos abiertos me acogen tal cual soy, con mi grandeza y pequeñez.


Me quedo contemplándote, Jesús, y te descubro delimitando el perfil de tu rostro nublado. Me quedo en silencio viviendo en Ti y contigo aquello que soy junto a las personas que más quiero.


Siempre... siempre contigo, Jesús.