La fotografía muestra un precioso capitel: el de la Creación de Adán, en el que se representa a Dios como una figura con tres cabezas (resolviendo de forma simplificada el Misterio de la Trinidad), infundiendo a Adán el alma mediante el contacto de su dedo índice derecho en su oído izquierdo. Conserva parte de la policromía original, rojiza. Cuatro ángeles en posiciones invertidas, para caber en el volumen lateral del capitel, sostienen la mandorla en que se inscribe la escena.
Este capitel es único en el mundo románico por la forma de interpretar el Misterio de la Trinidad. No hay nada parecido en esta época.
Como en el resto de las representaciones divinas de este claustro, ningún atributo denota la majestad del Creador. No hay nimbos crucíferos ni corolas. Hay un detalle que indica impericia en el artista, y es que no hay concordancia entre el eje de la mitad superior del cuerpo de Dios, con respecto a su mitad inferior.
Por otra parte, es destacable, que en conjunto, las figuras inscritas en la mandorla, componen una suerte de cruz.
Este capitel es único en el mundo románico por la forma de interpretar el Misterio de la Trinidad. No hay nada parecido en esta época.
Como en el resto de las representaciones divinas de este claustro, ningún atributo denota la majestad del Creador. No hay nimbos crucíferos ni corolas. Hay un detalle que indica impericia en el artista, y es que no hay concordancia entre el eje de la mitad superior del cuerpo de Dios, con respecto a su mitad inferior.
Por otra parte, es destacable, que en conjunto, las figuras inscritas en la mandorla, componen una suerte de cruz.