Responde tipológicamente al modelo románico de Cristo Crucificado con cuatro clavos, de tamaño casi natural, con los ojos cerrados y la cabeza inclinada sobre su hombro derecho.
Mencionado en un texto de indulgencias de 1313, como protagonista de grandes milagros sucedidos en su capilla, situada en el claustro de la colegiata, en el siglo XVII, se trasladó a la nueva capilla barroca —que amplió el recinto de la iglesia— construida a expensas de la familia de los Lecina, que debió terminarse en 1615.