lunes, 10 de octubre de 2011

Un arte: el románico

San Martín de Frómista
CON LOS EUROPEOS, LA VÍA DE PEREGRINACIÓN TAMBIÉN TRAJO LO EUROPEO, QUE EN ESTOS TIEMPOS ERA, EN EL TERRENO DEL ARTE, EL ROMÁNICO.

Un estilo incipiente en cuya conformación definitiva seguramente tuvo mucho que ver el movimiento de flujo y reflujo del propio Camino, empeñado, en todo caso, en difundir los modelos creados a su vera por toda su longitudinal y ramificada extensión.

Sólo eso explica la presencia de una ambiciona basílica francesa en Compostela o el final abrupto que las experiencias prerrománicas (mozárabe en especial) tuvieron en los territorios leoneses y castellanos.

Pero el románico se convertiría, gracias al renacido vigor europeo, en el primer arte internacional y, tras la caída del Imperio romano, el primer lenguaje común de la arquitectura. Un monje de la época, Raoul Glaber, lo escribió expresivamente; de pronto, pasados los terrores milenaristas, Occidente pareció cubrirse de un blanco manto de iglesias. Iglesias que, desde las grandes catedrales a las pequeñas ermitas, eran construidas en el estilo nuevo, en el lenguaje romance, o románico, que suponía el último y espléndido jadeo del latín antes de estallar en las numerosas lenguas de Europa.

San Martín de Frómista e Iglesia
Un templo del románico palentino, tan abundante y variopinto, consigue hacer de este estilo un modelo: San Martín de Frómista. Si el románico es honradez volumétrica, correspondencia entre el exterior y el interior, raciocinio constructivo, acuerdo entre las partes, subordinación ornamental al efecto global, acogimiento de lo escultórico a los nichos determinados por la arquitectura, conformación sublime y precisa de los materiales al servicio de un plan trascendente, empleo de plantas celebradas y aquilatadas, renacimiento de la narración escultórica… Frómista lo ejemplifica a la perfección, pese a que este acorde fuera decisivamente afinado por las restauraciones del siglo XIX, empeñadas en buscar una pureza que quizás nunca existió pero que hoy nos sirve para rastrearla en otros lugares y para encontrarla en la mirada de una época que creyó en ella.