Puerta Faxeira |
La Rúa do Franco, como la de la Raíña, nos ofrecen infinidad de tabernas y restaurantes donde disfrutar de la gastronomía y de los ricos vinos gallegos.
Al final del Franco llegamos a Porta Faxeira, otra de las siete puertas de la antigua muralla, llamada así por los bosques de hayas que había en la zona. Era la puerta por la que entraban los peregrinos llegados de Portugal.
Saliendo por ella, a unos tres kilómetros, está el Monasterio de Santa María de Conxo, construido por Gelmírez en 1129 como residencia de monjas benedictinas.
Su leyenda se remonta a la región francesa de la Picardie, donde a la joven Rustida la pretendía un hombre a quien ella despreciaba, pues amaba a Almérico Cangio, con quien se iba a casar. Sin embargo, en vísperas de la boda, el padre del novio enfermó gravemente y rogó a su hijo que viajase a Compostela para pedir por su salvación. Así, tras aplazar la boda, el joven partió. Pero tras él, con intención de darle muerte, salió el rechazado pretendiente. Al enterarse, Rusinda fue tras ellos para impedirlo, pero cuando llegó, el crimen ya se había consumado. Juró entonces velar para siempre el cadáver de su amado e hizo construir el convento al que puso su nombre: Cangio (del que deriva Conxo). Allí, tras darle sepultura, pasará el resto de su vida como abadesa.
Con el tiempo, las monjas se trasladaron al Convento de San Pelayo y el monasterio permaneció abandonado hasta que se estableció en él una comunidad de monjes mercedarios.
Cuando se marcharon, se convirtió en sanatorio psiquiátrico.
Pero volvamos al Obradoiro, para ir, desde allí, a Platerías.