Botafumeiro |
Según miramos la fachada, la torre de la derecha es conocida como “de las Campanas” y la de la izquierda como “de la Carraca”, por albergar un ejemplar gigante de este instrumento, que hace poco fue recuperado y puesto de nuevo en funcionamiento.
Durante todo el año, las campanas se encargan de llamar a los fieles, pero en Semana Santa, su sonido se silencia y es sustituido por el de la carraca.
Hubo un tiempo en el que el campanero vivía en una casa sobre los tejados de la Catedral. El último lo hizo entre 1942 y 1962. Aquel hombre, sastre de profesión, aceptó el trabajo de campanero porque incluía una casa, situada sobre la cubierta del templo, en la que vivió con su mujer, sus hijos y varias gallinas que criaban para recoger sus huevos.
Para complementar sus ingresos ejerció su oficio de sastre, confeccionando ropa para clérigos y civiles en un cuarto cerca de la torre, y además hacía de Tiraboleiro, uno de los ocho encargados de hacer volar por la nave central de la Catedral el Botafumeiro. Este célebre incensario, se utiliza sólo durante la misa del peregrino de los Años Santos o en fiestas religiosas, el resto de los años. Se empezó a usar en el siglo XII, para magnificar el culto catedralicio y perfumar el templo, mitigando el mal olor acumulado en él, ya que muchos peregrinos pernoctaban dentro de la Catedral.
A pesar de sus espectacularidad, parece ser que sólo se soltó dos veces, una en 1499 y la otra en 1622. Pero eso sí, la primera llegó volando hasta la Plaza de Platerías. Plaza a la que iremos, después de un pequeño paseo por el Franco.