miércoles, 5 de octubre de 2011

Quien sufre a nuestra vera

El Cristo Rojo (Lovis Corinth)
Considero este óleo una de las representaciones de la crucifixión de Cristo más impresionantes del arte moderno y de la historia de la pintura en general. El artista tituló el cuadro El cristo rojo porque en él predominan los tonos rojos y por el claro simbolismo que tiene la sangre en toda la composición. Aunque la obra recibió muchas críticas al darse a conocer en 1922, cada vez que lo contemplo de él me conmueve el desgarramiento del cuerpo, los abultamientos orbitales, el ensangrentamiento de la esfera solar y de toda la superficie del cuadro o la radicalidad de las imágenes de María y san Juan Evangelista -que muestran con toda brutalidad su sufrimiento y su dolor-. Es un cuadro de grandes pinceladas, de empastes densos que captan con gran intensidad la muerte de Cristo. Sobre todo, Corinto quiso transmitir con esta obra la pérdida de la dignidad humana en la figura sacrificada de Cristo en la Cruz.

El Señor es aquí un hombre degradado, humillado, que entrega su vida a la bestialidad humana. Hay algo que sobrecoge cuando se contempla esta obra porque quién esta prendido y colgado de la Cruz es un hombre cercano. Eso nos enseña que al amor de Dios no se le puede poner límites porque Dios ama con tanta generosidad que no hay forma humana que permita medir su amor. Para amar, sin embargo, la prudencia es una necesidad que consolida el crecimiento de ese amor. La prudencia es esa virtud recibida de Dios que permite al hombre racionalizar sus acciones y juzgar con rectitud sus actos.

Cuando el hombre no tiene esperanza piensa que Dios está lejano, ausente, que es imposible una relación cercana con Él. Cuando el hombre no tiene esperanza está convencido de que cualquier esfuerzo para lograr sus objetivos son inútiles. Son muchos los momentos a lo largo del día en que hemos de enfrentarnos a las dificultades, al esfuerzo, al sacrificio, al dolor y nuestro cuerpo y nuestra mente es vencida por la fatiga, el desaliento y la desesperanza. Y entonces nuestra alma es vencida sin progresar en la vida del espíritu. Ahí esta el error. Esta imagen resume el motivo de esta meditación. Hay que sobreponerse a los pesares y a las dificultades con espíritu positivo, con generosidad y llevándolo todo a la oración.












ORACIÓN:

Señor, acuérdate de mí, dame la fuerza. Tú que eres mi roca y mi baluarte.