Iglesia de San Pelayo de Antealtares |
Junto a la Quintana está el Monasterio de San Pelayo de Antealtares (San Paio), cuyo largo muro de piedra, de enrejadas ventanas, cierra un lateral de la plaza.
En ese muro, una placa recuerda a los héroes del Batallón Literario, movimiento universitario que luchó contra los franceses en la Guerra de Independencia española de 1808.
El monasterio lo fundó el rey Alfonso II el Casto en el año 813, con doce monjes benedictinos, y era una de las tres congregaciones encargadas de cuidar los restos del Apóstol, junto a San Martín Pinario y San Fiz de Solovio.
Por estar "ante" el altar del Apóstol, se llamó Antealtares, y se dedicó inicialmente a la advocación de San Pedro, hasta que en el s.XII pasó a la de San Pelayo, niño gallego martirizado durante el califato de Abderramán III.
En 1499 los monjes fueron trasladados a San Martín Pinario y se reunió en él a todas las Benedictinas de Galicia, monjas que lo ocupan desde entonces y que son bien conocidas por la excelente repostería que elaboran.
Alberga el Museo de Arte Sacro, donde se conserva el altar original erigido por los discípulos del Apóstol en el siglo I, cedido al monasterio en compensación por entregar una parte de sus terrenos para construir la actual Catedral.
Cuentan que hace muchos años un hombre encerró a su hija en este convento para separarla del joven al que amaba.
Decidieron entonces huir juntos, sin saber que la muerte también se había citado con los dos esa misma noche. A él, lo esperaba de manos de unos bandidos y a ella, cuando se descolgaba por la ventana para ir al encuentro de su amado.