Colegio de San Jerónimo |
Su nombre era Pedro Muñiz y, durante su periodo como Arzobispo, le correspondió el honor de consagrar la Catedral en el año 1211. De él se decía que era un personaje sabio, extraño y polémico, amigo de buscar siempre la discusión fácil y de llevar la contraria.
También se decía que había estudiado ciencias ocultas y que era un experimentado maestro alquimista. Así, es posible que esta ciudad tuviera el primer prelado brujo de la historia.
Su fama de mago se acrecentó una Nochebuena que se encontraba en Roma y lo invadió la morriña. Entonces, según se cuenta, partió hacia Compostela, entrando por la puerta de la Catedral el día de Navidad, justo a tiempo de oficiar los maitines, dejando a todos sorprendidos y convencidos de que sólo pudo llegar de una forma: volando.
En la cara sur de la plaza está el Colegio de San Jerónimo, actualmente sede del Rectorado de la Universidad.
Fue construido en el s. XVII para colegio de estudiantes pobres y artistas. El bello pórtico que luce perteneció a un viejo hospital que hubo, en otro tiempo, en Azabachería.
La plaza es el mirador ideal para contemplar la Iglesia de San Fructuoso. Realizada en estilo churrigueresco en el s. XVIII, destaca por las cuatro virtudes cardinales que la coronan: la Prudencia, la Templanza, la Fortaleza y la Justicia, popularmente conocidas como “Sotas de la Baraja”.
Fue construida como cementerio para los pobres que morían en el Hospital y financiada con limosnas. En su fachada sur aparece un curioso relieve de una calavera con la inscripción: “Como tú te ves, me vi; como me ves, te verás”.