Los árboles y el resto de plantas no se quejan ni entonan canto de triunfo;
su progreso viene definido en lo que llevan dentro desde sus comienzos como
semilla. Si ese proyecto incoado se encuentra con las condiciones favorables, un
día podremos encontrar en ellos nidos de pájaros y espigas para la cosecha, pero
no antes. La espiga no puede venir adelantada, pues rompería el tallo aún tierno
y tampoco las aves pueden anidar en el arbusto de la mostaza inmaduro, porque
troncharían sus ramas recientes.
El Maestro nos invita a color de trigo y de arbusto para explicar el Reino;
como cuando a los niños se les da un papel con un contorno dibujado para que
ellos lo coloreen en su interior a su gusto. Habrá variedad de color, con rayas
a borbotones, pero no dejará de verse la casa o el perro o el globo... Así las
parábolas acercan lo grande a los pequeños con el armazón evangélico y el color
de la mente y corazón propios. También los profetas recurrían a los ejemplos de
lo cotidiano, como aparece Ezequiel en la lectura que acompaña a este evangelio.
El brote arrancado de las ramas más altas se convertirá en un gran cedro para
humillar a los árboles altos. Donde pone rama tierna, veamos a Israel, y donde
dice árboles altos, entendamos a las otras naciones. También puede interpretarse
como el triunfo de los humildes de Dios sobre los poderosos.
Nos detenemos un momento en las parábolas del evangelio y su relación con el
Reino. En las dos imágenes de Jesús se habla de proceso: lo pequeño en forma de
semilla produce lo grande en forma de espiga o arbusto. El contenido de cuanto
tiene que llegar a ser una y otra pepita, de trigo o de mostaza, está ahí mismo
condensado; de fuera vendrá acción para favorecerlo o retrasarlo e incluso
frustrarlo, pero sin que se le pueda añadir nada más a lo que desde el principio
está relatado en el silencio de la semilla.
La semilla (no nos dice de qué, pero parece seguro que es cereal) que crece
sola: al sembrador le corresponde sembrar y la aparición del brote y su
crecimiento escapa a su ministerio. Pertenece al misterio propio de la semilla.
El esfuerzo del sembrador estaba en la siembra y el resto queda a merced de la
propia naturaleza del grano. Además, el proceso sigue un orden donde cada
momento del desarrollo llega a su tiempo hasta que finalmente sucede la siega.
El fin de la semilla inicial fue producir más granos, de los que la mayor parte
de ellos se destinarán a la nutrición y una pequeña para la nueva siembra.
La semilla de la mostaza contrasta con su obra
final, el arbusto con dimensiones de árbol. El árbol dará también alimento, pero no solo, también reposo y cobijo de pájaros. El ave entenderá la semilla de mostaza como alimento, pero cuando se encuentra con el arbusto, le sirve para anidar. Lo diminuto pasaba desapercibido vulnerable e insignificante, a no ser que uno repare el fin que tiene contenido dentro. Aunque los pájaros no sean conscientes y, al comerse una semilla de mostaza, se coman todo un arbusto productor de semillas, los que cuidan el huerto serán los que, conscientes de la grandeza latente del grano, velarán para que cumpla su destino a su tiempo. Lo que era uno solo, dará mucho.
final, el arbusto con dimensiones de árbol. El árbol dará también alimento, pero no solo, también reposo y cobijo de pájaros. El ave entenderá la semilla de mostaza como alimento, pero cuando se encuentra con el arbusto, le sirve para anidar. Lo diminuto pasaba desapercibido vulnerable e insignificante, a no ser que uno repare el fin que tiene contenido dentro. Aunque los pájaros no sean conscientes y, al comerse una semilla de mostaza, se coman todo un arbusto productor de semillas, los que cuidan el huerto serán los que, conscientes de la grandeza latente del grano, velarán para que cumpla su destino a su tiempo. Lo que era uno solo, dará mucho.
A esto se parece el Reino de los Cielos: grandeza en lo pequeño, proceso
paulatino pero cierto, misterio que escapa a la acción del hombre,
multiplicación en el fruto.
Evangelio según San Marcos 4,26-34.
Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:
sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.
Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha".
También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?
Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra".
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.
No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.
Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:
sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.
Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha".
También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?
Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra".
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.
No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.
El Evangelio de san Marcos subraya el ritmo lento y el comienzo modesto de la Palabra de Dios que se siembra en el corazón del hombre. Jesús es el sembrador y cuantos lo escuchamos, somos tierra que habrá de fructificar en su momento.
11° DOMINGO ORDINARIO Pbro. Lic. José Luis Aguilera Cruz aguileracruz@yahoo.com.mx
"El reino de los cielos es como una semilla."
MENSAJE EN PARÁBOLAS.
Una
parábola la podemos definir como una narración que remitiendo a otro
acontecimiento lleva a cabo un proceso en que se compromete el oyente o
el lector; y puede referirse a sucesos que han acontecido realmente o
que han sido inventados. Pero un punto importante de la parábola es que
se propone crear un compromiso entre el autor, el texto y el
destinatario, no solamente se trata de enseñar ciertas verdades sino de
comprometer al oyente con la realidad que está viviendo, para qué tome
parte en la realidad. San Marcos nos presenta en el evangelio de este
domingo 4, 26-34 dos parábolas en las que compara el reino de Dios con
cosas tan comunes como una semilla.
LA SEMILLA QUE CRECE SOLA.
En
los primeros versos de esta parábola, Jesús cuenta la parábola de la
semilla que crece sola, el sembrador "siembra la semilla y sin que él
sepa cómo, la semilla germina y crece y llega el tiempo de la cosecha",
si Jesús quiere que nos involucremos en esto, ¿qué nos está diciendo con
ésta parábola? Si nos fijamos el hombre solamente interviene en la
siembra de la semilla y en la cosecha de los frutos, lo demás lo hace
Dios, o Dios ha puesto en la naturaleza de la semilla lo necesario para
hacer lo demás, pero si el hombre no pusiera eso que le corresponde,
Dios o la naturaleza no harían nada. Esto nos invita a ser responsables
de lo que nos corresponde, sea poco o sea mucho, pero es necesario hacer
lo que nos toca.
LA SEMILLA DE MOSTAZA
En los siguientes
versos, Jesús vuelve a poner otro ejemplo, para descubrir otro aspecto
del reino de Dios, contó la parábola de la semilla de mostaza, que es
una semillita muy pequeña y llega a convertirse en un gran arbusto,
nuevamente podemos interpretar esta parábola desde otro aspecto, en las
cosas de Dios, en las cosas del reino de los cielos generalmente, lo
grande comienza de modo orgánico, es decir comienza en pequeñas
dimensiones, pensemos en Juan Diego, hoy ya santo, un indígena "de poco
valor" para los españoles de ese tiempo, sin embargo es el instrumento
por el cual la virgen de Guadalupe, se aparece y se queda en México, así
son las cosas de Dios, el mensaje nos pide hacernos pequeños.
LAS PARÁBOLAS, HOY.
Ya
que las parábolas tienen la intención de que el oyente o lector se
involucre en la narración y esto de cómo resultado un meterse
responsablemente a los problemas que señala la parábola, entonces hoy el
Señor Jesús nos invita a que confiemos en la providencia divina, pero
esa confianza nos debe llevar a no ser confianzudos, y cumplir nosotros
lo que nos toca para que Dios actúe y que no importa si nuestra
actuación aparentemente es muy pequeña o poca, lo más seguro es que si
hicimos lo que nos corresponde, Dios hace lo demás, como los discípulos
llevaron ante Jesús los cinco panes y los dos peces y Jesús dio de comer
a multitudes.