EVANGELIO
"Después del bautismo de Jesús, el cielo se abrió."
Lectura del santo Evangelio según San Lucas.
En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías él tomó la palabra y dijo a todos: -Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: -Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.
Palabra del Señor.
Juan con agua, Jesús es fuego |
Ya desde su concepción, Juan había mostrado signos de alegría al encontrarse con Jesús; así lo notamos en la visitación de la Virgen a su prima Isabel; esto nos prepara para entender el evangelio que hoy leemos; Juan se alegra de señalar a Cristo entre los hombres, está lleno de gozo y alegría.
Sin embargo, el Bautista tiene muy clara su misión: empequeñecer para que sea exaltado el Mesías; había nacido para señalar a Cristo entre los hombres y para anunciar un bautismo de conversión. Así lo deja claro y patente con sus palabras. Yo os bautizo con agua, pero quien viene detrás de mí os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
Un calificativo puede englobar a Juan el bautista: humilde; nada más lejos de su pretensión el sobresalir o querer apropiarse de honores que no le correspondían; ni siquiera era digno de desatarle las correas de las sandalias. Humilde y postrado ante el que había de venir, Juan empequeñece para resaltar la figura de Jesús.
Y llega el momento del comienzo de la vida pública de Jesús: su bautismo; entre todos los que llegaban hasta Juan para aprender y escuchar sus palabras y mensajes, aparece Cristo, el cordero que quita el pecado del mundo, Aquél a quien estaba Juan de presentar a los demás, puesto que para eso había venido al mundo, para ser el precursor.
Después de ser bautizado y en oración, el Espíritu Santo desciende sobre Él y la voz del Padre confirma que Cristo es su Hijo. Una nueva manifestación y epifanía de Dios a los hombres. En aquella escena comenzaba la misión de Jesús: anunciar el Reino de Dios.
Comienza ahora un camino por recorrer hasta Jerusalén; comienza la historia que nos narran los evangelistas de ir al lugar donde hombre y Dios se encuentran de nuevo, ofreciendo la nueva vida desde el altar de la cruz.